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El ministro se puso la gorra

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Antonio Mercader
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No recuerdo un 1º de Mayo con un despliegue de comunicación tan grande como el del lunes pasado. Más allá del característico acto en la plaza con su cobertura en directo de parte de algunos medios, los uruguayos debimos soportar por la noche una doble cadena de televisión: la del Pit-Cnt primero y la del propio gobierno después. Un exceso que colmó la paciencia de muchos y que sirvió poco para predisponerlos a celebrar la fecha.

Era evidente que tanta comunicación y tantos voceros iban a generar problemas. Para empezar con el acto hay que decir que por primera vez autoridades de gobierno se retiraron de la plaza indignados por las censuras dirigidas contra su accionar. La primera en irse fue la ministra de Turismo, Liliam Kechichian, seguida por algún diputado y otros funcionarios disgustados por las críticas del dirigente del gremio de UTE, Gonzalo Castelgrande. Lo que seguramente más les molestó fue su acusación sobre la falta de medidas contra "las clases dominantes" y su expresa condena a la política energética con una pregunta que es la que nos hacemos todos: "¿cuándo van a bajar la tarifa de UTE a la gente?".

Hubo otros detalles llamativos, entre ellos la oratoria de una representante de los sindicatos de Cuba que discurseó —sin siquiera ruborizarse— sobre los inalienables derechos de los trabajadores, pese a provenir de un país enclaustrado en donde no hay libertad sindical ni existen sindicatos que merezcan ese nombre. En el popurrí se atravesó también otra oradora que levantó su voz en solidaridad por los "compañeros trabajadores asesinados" por delincuentes, aunque aclaró confusamente que eso nada tenía que ver con la discusión seguridad-inseguridad, no fuera cosa que también el ministro Eduardo Bonomi se fuera a ofender.

Otra sorpresa, más desagradable todavía, fue observar en la plaza al ministro de Trabajo, Ernesto Murro, luciendo con naturalidad una gorra con la sigla Pit-Cnt. Está claro que aunque ya lleva años como ministro, aún no aprendió que un gobernante representa a todos los uruguayos, a los del PIT y a los otros. En una época de tironeos en los Consejos de Salarios esa gorra negra que orló su cabeza obró como un símbolo más de la parciali-dad con que el Frente Amplio se conduce en las relaciones entre capital y trabajo. Así estamos.

Por la noche desfilaron por las pantallas de televisión los principales dirigentes del Pit-Cnt. Uno de ellos, Marcelo Abdala, dedicó parte de su mensaje a cubrir de insultos a Mauricio Macri y a Michel Temer, presidentes de nuestros dos países vecinos. El comunista Abdala, que nunca levantó un dedo para denunciar las dictaduras de Cuba y Venezuela, se despachó contra ambos. Es evidente que tiene vocación de canciller. La audiencia no terminó de entender qué pintaba su discurso sobre los gobiernos de Argentina y Brasil en una conmemoración de los trabajadores uruguayos.

En suma, demasiados oradores y excesiva propaganda de la fecha mostraron contradicciones entre el gobierno y su brazo sindical. De tanta palabrería y agitación, lo más digno de rescatar fue la presencia de más banderas uruguayas que nunca, clara prueba de que los gremialistas algo aprendieron de los "autoconvocados" rurales. Algo es algo.

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