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Es fácil echarle la culpa a la prensa

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Antonio Mercader
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Una queja común entre la gente del Frente Amplio es decir que la prensa hace una oposición más fuerte que la de los partidos políticos.

Sus dirigentes repiten que diarios, radios y canales de televisión en general están "flechados" contra el gobierno lo que debilita su imagen. Muchos de ellos confían en que la ley de medios, aprobada pero a medio aplicar, puede aliviar ese problema de comunicación que sienten co-mo un lastre para la izquierda gobernante.

Esa ley, lo saben, es inconstitucional desde la raíz, pues le otorga al poder político la posibilidad de introducir por distintas vías la censura, prohibida por el artículo 29 de la Constitución. También saben que no es verdad que tengan a la prensa en contra, según acaba de reiterar una senadora frentista, exhibiendo un victimismo en la materia que es una actitud tan común como equivocada entre sus correligionarios.

Es equivocada porque basta repasar la oferta de medios para confirmar el equilibrio político existente. La izquierda, aunque quejosa, no puede ignorar que de los cuatro diarios existentes tiene dos que le son afines, particularmente uno de ellos que en los hechos hace las veces de diario oficial. En materia de semanarios, inspira a dos de los tres de mayor circulación e incluso es la razón de vida de una revista semanal alineada al firme con el Frente Amplio.

En materia de radios los únicos casos de emisoras radicalmente comprometidas con un partido político favorecen a la izquierda sin disimulos. Tampoco se puede olvidar que las emisiones de las radios oficiales del viejo Sodre trabajan abierta o solapadamente para la causa del gobierno. Algo parecido sucede con los canales oficiales de televisión, nacionales o municipales, en donde la información se parece más a la propaganda que a cualquier otra cosa. Este sesgo auspiciado desde el Poder Ejecutivo contrasta con la apertura que mostraron en su momento los partidos tradicionales en donde el viejo canal 5 tenía como estrellas a dos conductoras de programas periodísticos que criticaban a piacere al gobierno. Casos de esta naturaleza no se registran hoy en día.

En los canales privados, que se supone son los más discutidos por el Frente Amplio, semana a semana los registros demuestran que la gente de gobierno es la que ocupa más segundos de pantalla.

Por poner un solo ejemplo, en el pasado setiembre, Danilo Astori y Daniel Martínez, por citar a dos presidenciables frentistas, tuvieron casi el triple de exposición de quien podría ser su mayor rival, Luis Lacalle Pou. Y está demostrado que en la última década nadie tuvo tanta presencia en ellos como José Mujica.

Por otra parte, en la televisión privada como en otros medios hay periodistas, algunos de ellos en posiciones dominantes, que han optado por identificarse como adherentes al Frente Amplio, cosa que no ocurre con los partidos tradicionales, en donde nadie que conduzca un noticiero, por citar un ejemplo, pasa por ser un notorio militante de tal o cual partido.

Podrían citarse otros muchos ejemplos que prueban la inconsistencia de esa acusación de los frentistas contra la prensa. Tantos, que solo cabe pensar que esa postura busca excusar los errores garrafales del Frente Amplio en el gobierno.

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