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La extorsión como forma de gobierno

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Antonio Mercader
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Primero fue el gobierno y ahora es el Pit-Cnt quien usa el poder del Estado para resolver sus pleitos con particulares. El ejemplo lo dio Tabaré Vázquez cuando "escrachó" en la página de Presidencia al productor rural que discutió en la calle con él.

Ahora es el ministerio de Trabajo, impulsado por el Pit-Cnt, quien apela al mismo recurso en el caso de la estación de servicio de Santa Clara de Olimar. Dos episodios que huelen a venganza y abuso de poder.

Lo de Vázquez ya fue censurado en su momento. Lo de Santa Clara, en donde los vecinos terminaron con la ocupación sindical de la estación, es un asunto que merece considerarse. Todo empezó con el despido de un empleado que fue resistido por la Untmra, gremio metalúrgico que mandó una delegación a Santa Clara para ocupar la gasolinera y bloquear sus servicios. La reacción de los vecinos obligó a los sindicalistas a retirarse.

El gremio metalúrgico —que no se sabe por qué abarca a los pisteros— mintió al decir que la estación no fue ocupada. Agregó que los vecinos eran miembros del movimiento de autoconvocados y políticos blancos. Su principal dirigente, Marcelo Abdala, tildó de antidemocrática la reacción de los vecinos (justo el mismo Abdala que dice que Venezuela y Cuba son democracias).

Después en el ministerio de Trabajo se inició una negociación para reponer al empleado. El dueño de la estación se negó. Fue entonces que el director de Trabajo sugirió canjear el reintegro del trabajador a cambio de no enviarle una inspección a la estación. Una especie de extorsión inconcebible en una gestión ministerial.

De este modo el ministerio de Trabajo parece cada vez más una dependencia del Pit-Cnt, hecho denunciado por los empresarios. Así se nutre la costumbre entre los gremios de apelar a las autoridades para salirse con la suya en casos como el de Santa Clara, un pueblo que reaccionó ante la prepotencia de sindicalistas llegados de la capital para dejarlos sin nafta justo el día en que se corría un popular raid.

Finalmente el ministerio de Trabajo envió inspectores a la estación en otro intento de presionar a su dueño. Por supuesto, los inspectores detectaron carencias entre ellas la ausencia de ciertos medicamentos en el botiquín de primeros auxilios. Así de detallista fue la inspección que no logró torcer la decisión de su dueño resuelto a no ceder.

Esta toma de partido de un ministerio en un problema entre particulares no extraña a nadie después de tres gobiernos del Frente Amplio que convirtieron a los gremios en una suerte de cogobernantes. El propio titular del ministerio de Trabajo, Ernesto Murro, mostró la hilacha el pasado 1º de mayo cuando en el acto de la central sindical lució una gorra con la sigla Pit-Cnt.

Murro puede hacer lo que quiera, pero que no venga a decirnos que el ministerio de Trabajo es imparcial. Es obvio que lo de Santa Clara y la oferta de traficar el reintegro del funcionario por la inspección fue autorizada por él. Casualmente Murro es ahora candidato presidencial del Frente Amplio proclamado por José Mujica.

Lo más natural sería que Murro, si resulta candidato, calce la gorra del Pit-Cnt pa-ra que el electorado sepa a quién representa y quién manda realmente en nuestro país.

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