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El espejito de Gas Sayago

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Antonio Mercader
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Mientras la regasificadora le viene costando al país casi 180 millones de dólares la ministra de Industria, Carolina Cosse, sostiene que el proyecto seguirá adelante porque hay nuevos interesados en impulsarlo desde el sector privado.

Lo dice a sabiendas de que el proyecto está muerto desde que Argentina, la supuesta principal compradora de nuestro gas, declaró que se bastaba a sí misma y no necesitaba comprarlo en el exterior.

Esa declaración sonó a réquiem para la regasificadora de Puntas de Sayago que contaba con el país vecino como principal comprador de sus excedentes de producción. Para que se aprecie el tamaño del dislate se sabía desde el principio que Uruguay podía consumir apenas una pequeña porción del producto del buque regasificador encargado inicialmente a Japón.

Pese a los reparos, durante su gobierno, José Mujica convirtió a Gas Sayago en uno de sus proyectos estelares invirtiendo dinero a destajo a pesar de que redoblaban las advertencias sobre su inconveniencia. Hoy, Carolina Cosse, integrante del grupo político de Mujica, sigue defendiendo lo indefendible en lo que ya parece no sólo una burla al Parlamento sino a todos los uruguayos.

Una vez más, ante el Parlamento, la ministra y sus asesores se extendieron en vaguedades para explicar el futuro del proyecto que luce más vidrioso que nunca desde que la empresa Shell perdió interés en apoyarlo. Fue así que hablaron de otras empresas privadas deseosas de asociarse a Gas Sayago que pertenece en un 80% a UTE y en un 20% a Ancap. Pero no dio más datos.

Una vez más la oposición reclamó la liquidación del proyecto y que cesen los pagos de sueldos a una veintena de empleados lo que supone un desembolso anual cercano a los tres millones de dólares. Las obras de dragado continúan a pesar de todo, mientras el resto de Los trabajos están detenidos desde hace tres años y aumenta la suma de deudas y acciones judiciales contra Gas Sayago.

A lo largo del gobierno de Mujica la oposición alertó una y otra vez sobre la inconveniencia de este operativo presentado como una de las obras magnas de la anterior administración. Llegado a la presidencia, pese a que las señales eran negativas, Tabaré Vázquez alegó que el plan era intocable y que a lo sumo se podía adquirir un buque de menores dimensiones para reducir la producción de Gas Sayago. Según Vázquez, la existencia de un acuerdo multipartidario sobre el proyecto, celebrado en 2010, impedía cualquier cambio de ruta.

En abril de 2016 la oposición insistió sin éxito en detener las obras. Poco más de un año después Vázquez reconoció que la regasificadora ya no era una de las prioridades de su gobierno. En tanto, la ministra Cosse insistía que las obras seguirían al tiempo que criticaba la formación de una comisión investigadora en el Parlamento, como si los problemas provinieran del Legislativo y no de los errores y vacilaciones del Ejecutivo.

Cosse siempre sostuvo que los ataques contra Gas Sayago están hechos con "intencionalidad política". Quizás siga pensando lo mismo mientras la realidad —como en el caso de Ancap— sigue confirmando que la equivocada es ella y todos los que nos vendieron el espejito del "cambio de la matriz energética".

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