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En defensa de la caza del jabalí

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ANTONIO MERCADER
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Talleyrand, el astuto diplomático, solía aconsejar a sus hombres con una frase: “háganlo, pero sin exceso de celo”.

Pensada para la diplomacia esta recomendación es válida también para los funcionarios que sobreactúan como es el caso del titular de la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama), Alejandro Nario.

Es bien sabido que la caza del jabalí está permitida en Uruguay pues ese animal salvaje está considerado como una plaga nacional desde 1982. No se entiende entonces por qué Nario inició una suerte de indagatoria sobre la participación de Edinson Cavani en una cacería de jabalíes además de predicar contra la caza y los cazadores en general.

Una foto que mostraba al futbolista junto a un jabalí muerto le sirvió al funcionario para pedir explicaciones sobre el caso y manifestar su “preocupación” por “la apología de la caza y de la muerte”. Además acusó a Cavani de practicar un “exhibicionismo” peligroso capaz de herir “sensibilidades” personales. Aunque quedó aclarado que la estrella de la selección celeste no intervino en la cacería y que esta se realizó en una reserva natural de su propiedad, el director de la Dinama quedó descontento.

Es inexplicable que un funcionario diga que una foto con una pieza de caza legal es una exaltación de la muerte. Es una exageración o peor aún, suena a sarcasmo en un país incapaz de contener la ola de homicidios y en donde a diario se muestran por televisión imágenes de personas muertas en actos criminales.

Y ni que hablar del cuidado ya no de los jabalíes sino de otros animales como los caballos que tiran de los carritos de los hurgadores. Puesto a controlar, Nario le haría bien a la noble raza equina -y al medio ambiente, que es lo suyo- si la Dinama centrara su preocupación, por ejemplo, en las prácticas de los hurgadores en torno a las volquetas de basura que han convertido a Montevideo en una de las capitales menos higiénicas de América del Sur.

Esa sensibilidad respecto a los animales llega a ser molesta cuando se torna enfermiza. Tiempo atrás un grupo de jóvenes organizó una página web para canalizar donaciones a centros de ayuda. Resultó desconsolador comprobar que la adopción y el cuidado de los perros suscitaba muchísimo más interés que la atención de niños nacidos con cardiopatías. Más interés en los perros que en los niños enfermos delata la confusión en la escala de valores entre la que nos movemos.

Sería interesante que el director de la Dinama hablara con productores rurales para enterarse de los daños que producen los jabalíes en nuestro país. Le contarían cómo atacan los sembrados, matan unas 100.000 ovejas al año y depredan los campos sin que haya alambrados que los detengan. Su número se ha multiplicado en las últimas décadas. Por esos y otros desaguisados es que se los declaró plaga nacional, lo que equivale a decir que, aunque a Nario le disguste, debe alentarse -en vez de reprimirse- su caza.

Por último, es absurda la “apología de la muerte” que Nario cree entrever en la foto de Cavani con un jabalí muerto. La única explicación que se me ocurre es que Nario buscaba un tema para hacerse publicidad y recordar que la Dinama existe, y aprovechó para hacerlo la fama del futbolista y la euforia pre-mundial.

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