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El cuplé que nadie esperaba

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Antonio Mercader
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Fue toda una ironía ver a Lucía Topolansky hablando en Piriápolis en el acto del aniversario del Frente Amplio.

Como todos los tupamaros de vieja estirpe, ella no apoyó la creación de esa coalición de izquierda, sino que su incorporación al FA fue tardía y trabajosa. La idea de los tupamaros, como es sabido, era llegar al poder por las armas, no por las urnas, pero los tiempos cambian y ahora los violentos de antaño, los que acometieron contra la democracia, se ponen la camiseta de frentistas de siempre.

Más ridículo aún, participan en un acto público en donde se denuncian "intentos de desestabilización", sin duda una referencia a los "autoconvocados" que precisamente a la hora del acto optaban por desmovilizarse y dialogar con el gobierno. Quien tocó ese tema fue el presidente del Frente Amplio, Javier Miranda, que incluyó el caso uruguayo en la teoría de un complot de las derechas latinoamericanas contra los gobiernos de izquierda. Citar a Brasil como víctima de esa trama fue como insistir en la absurda defensa de Lula multiprocesado por corrupción.

No se extendió demasiado en la desestabilización quizás porque se le apagó la computadora. Es que los frentistas de hoy leen los discursos, algo que hubiera puesto los pelos de punta a los fundadores del FA. ¿Alguien imagina a oradores como Zelmar Michelini, por ejemplo, leyendo su discurso en una pantalla?

Está claro que la movida ruralista de Durazno estimuló este rebrote de militancia plasmado en la mayor concentración de militantes frentistas de los últimos años. Hubo 140 ómnibus para trasladar gente hasta Piriápolis, eso que la izquierda solía llamar "acarreo" cuando lo hacían los partidos tradicionales.

Si bien el acto de Piriápolis tuvo el tono de una respuesta a la protesta masiva del campo, los oradores mencionaron el tema sin sugerir soluciones. En cambio, optaron por elogiar la obra de los tres gobiernos del FA.

En ese repaso se notó la falta de alguna inquietud por la inseguridad, precisamente en el verano más sangriento que el Uruguay recuerde, con una cifra de homicidios que mete miedo. La consigna era de eso no se habla, como tampoco se habló de la crisis de Secundaria y la pobre gestión de la Anep. Menos aún se rozaron fracasos como el de Ancap o Gas Sayago. De la autocrítica, curiosamente, se iba a encargar "La Requerida", una murga de San Carlos que se las tomó con Raúl Sendic. Otro que cobró fue José Mujica. El honor de las murgas, acusadas muchas de ellas de ser oficialistas, quedó a salvo.

El cuplé de "La Requerida" hizo fruncir el ceño a los presentes, entre ellos al propio Sendic que recibió una andanada que nadie esperaba. Entre otras cosas se aludió a su renuncia ("todo por un colchón de dos plazas" y "dos whiskies en el free shop"). Después uno de los murguistas, parodiando al exvicepresidente, se preguntó: "Y mientras me pegan yo me pregunto ¿por qué a mí/¿será por mi apellido? Capaz que sí". No faltó tampoco el tema del título universitario: "El día que me quedo sin Estado, me mandan pa mi casa licenciado".

Quizás lo más rescatable del acto fue la exhortación de Miranda a los frentistas diciéndoles: "Combatamos nuestra propia soberbia", un mensaje que Vázquez, Astori y compañía deberían atender. Difícil que lo hagan.

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