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El complot de la derecha

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La excelente votación de Mauricio Macri en Argentina desvela a dirigentes del Frente Amplio que temen que la ola de rechazo al populismo de los gobiernos progresistas se propague por el Río de la Plata. Tal vez por eso denuncian que en Uruguay la oposición es “de derecha”, “malsana” y cuenta como aliados a los medios de comunicación.

La excelente votación de Mauricio Macri en Argentina desvela a dirigentes del Frente Amplio que temen que la ola de rechazo al populismo de los gobiernos progresistas se propague por el Río de la Plata. Tal vez por eso denuncian que en Uruguay la oposición es “de derecha”, “malsana” y cuenta como aliados a los medios de comunicación.

Lo “de derecha” suena tan hueco, tonto y a lugar común que no merecería respuesta si no fuera porque en la izquierda hay quienes pueden enojarse al recibir esa etiqueta. Por ejemplo, los miembros de la ultraizquierdista Unidad Popular, más opositores que Lacalle Pou y Bordaberry juntos. Lo mismo ocurre con sectores del Frente Amplio, como la Liga Federal, cuyos diputados votan a veces junto a la oposición. O incluso el bueno de Pablo Mieres que se define socialdemócrata y se declara opositor.

Lo de oposición “malsana” es para la risa. ¡Mirá quiénes lo dicen! Son los mismos que se pasaron 20 años poniendo el palo en la rueda, saboteando reformas como las del puerto y la jubilatoria, combatiendo las tercerizaciones (que hoy usan alegremente) y convocando plebiscitos nada más que para molestar (como lo reconoció Mario Bergara). “Malsano” fue reclamar el “default” en 2002 cuando el país se hundía víctima de una crisis regional. Peor que eso, difícil.

Lo de los medios de comunicación asociados a la “derecha” es un viejo recurso dialéctico del FA. Una década atrás lo habían utilizado los dirigentes frentistas para denunciar un “eje del mal” integrado por periodistas que según los denunciantes conspiraban para minar la credibilidad del primer gobierno de izquierda. La misma manía persecutoria es la que hoy los lleva a sacar ese fantasma del ropero y hablar del complot político-periodístico.

En cuanto a esa conspiración para empezar con la prensa digamos que de los cuatro diarios nacionales, dos -La República y la diaria- son de izquierda. De los semanarios, todos son de izquierda, excepto Búsqueda. Si se trata de una conjura en la prensa la izquierda es la que tiene más chance de organizarla. Por su parte, la radio es plural como lo prueban las emisoras que, sin definirse políticamente, albergan las famosas tertulias en donde se oyen opiniones divergentes.

La televisión es más difícil de encasillar, pero si se mira el ranking semanal de segundos de aparición en pantalla se aprecia que las figuras del gobierno y de izquierda ganan por muerte. Y eso sin mencionar el canal estatal de tevé en donde cuesta oír alguna crítica al gobierno (a diferencia de lo ocurrido bajo gobiernos de partidos tradicionales en donde las periodistas estrellas de canal 5 eran claramente pro-frentistas).

En suma, el único complot contra el gobierno que va viento en popa es el que practican sus propios integrantes con sus constantes peleas de campanario. Vázquez vs. Mujica, larvadamente. Astori vs. Sendic, visiblemente. María Julia Muñoz vs. Filgueira-Mir, escandalosamente. A ello se suma el forcejeo entre el gobierno del FA y el Pit-Cnt en donde este último se adjudica haber salvado al Fondes, impulsado el abandono del TISA y bloqueado el decreto de esencialidad de la enseñanza.

En eso poco tienen que ver la “derecha malsana” y el supuesto complot periodístico. Los problemas son de la propia izquierda que siente que entró en la cuenta regresiva.

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Antonio Mercader

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