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Banquero Calloia: ¿Hasta cuándo...?

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Pocas cosas más inoportunas que la reaparición del proyecto del nuevo edificio del BROU justo cuando su presidente, Fernando Calloia, está en el ojo de esa gran tormenta que es Pluna. A fin de año, entre Navidad y Año Nuevo, la publicación de un llamado a licitación pública para ampliar la sede central del banco con una nueva construcción confirmó que Calloia es un provocador nato.

Pocas cosas más inoportunas que la reaparición del proyecto del nuevo edificio del BROU justo cuando su presidente, Fernando Calloia, está en el ojo de esa gran tormenta que es Pluna. A fin de año, entre Navidad y Año Nuevo, la publicación de un llamado a licitación pública para ampliar la sede central del banco con una nueva construcción confirmó que Calloia es un provocador nato.

Las discusiones sobre ese edificio —al que la oposición motejó alguna vez como “la Torre Progresista” y cuyo costo inicial sería de 40 millones de dólares— venían tan cargadas que cualquier persona dotada de un sentido de elemental prudencia hubiera optado por evitarlas. Pero sin duda el conductor del “banco país” no es cualquier persona sino probablemente el funcionario público más imprudente que se conozca.

Con un pedido de procesamiento a cuestas por el escándalo de la perimida línea aérea, cuando desde Presidencia de la República el prosecretario Cánepa lo insta a renunciar y la senadora Topolansky anuncia su reemplazo, Calloia vuelve con su idea de ampliar la sede central del banco. Una idea bochada en 2007 por el entonces presidente Tabaré Vázquez por razones de economía tras un debate público que enfrentó a Calloia, amargamente, con la oposición.

Tan amargo fue todo aquello que poco más termina a los puñetazos. Porque apenas se supo del proyecto a través de una denuncia del diputado Jorge Gandini, el presidente del BROU lo enfrentó personalmente de mal modo en un pasillo del Palacio Legislativo, hundiéndole el dedo índice en el pecho en señal de reproche por su denuncia. Gandini respiró hondo y, con mucha paciencia, dejó pasar al pendenciero.

Llegado José Mujica a la presidencia, Calloia insistió con su proyecto edilicio sin conseguir que se lo incluyera en el presupuesto. Más adelante, cuando quedó envuelto en el lío de Pluna a causa del infausto aval otorgado al “caballero de la derecha”, pareció que el banquero finalmente se había resignado. Sin embargo no fue así ya que todo indica que finalmente logró persuadir a Mujica sobre las virtudes de su plan.

Algunos piensan que lo convenció porque en año electoral siempre conviene hacer grandes obras que generen buenos vientos políticos para el partido de gobierno. Otros, en cambio, opinan que el Presidente de la República siente cierta debilidad por este economista que va a cumplir el récord de nueve años en la presidencia del banco. Como prueba de ello sostienen que pocas veces se lo vio a Mujica tan enojado como cuando legisladores opositores criticaron a Calloia por contratar para su defensa penal —a cuenta del BROU— al abogado Gonzalo Fernández. Y recuerdan que Mujica, tras elogiar a Calloia, salió al cruce de sus críticos con un exabrupto que agravió hasta a las propias feministas del Frente Amplio: “¿Por qué mejor no van a controlar a sus señoras esposas a ver dónde andan?”. Fino ¿no?

En fin, da la impresión que Calloia tiene piedra libre para desafiar al Uruguay entero marchando adelante en el momento menos adecuado —y pendiente de un juicio penal— con esta licitación pública, primera fase de un proceso que se extenderá en años y seguramente en más millones de dólares que los previstos. Cuesta soportarlo.

Tanto cuesta que aquí corresponde evocar aquella pregunta de Cicerón ante el senado romano: “¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?”.

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Antonio Mercader

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