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Inversión en ladrillos

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ANÍBAL DURÁN
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La industria de la construcción privada y sustancialmente la referida a vivienda, parecería que pudiera comenzar a salir de cierto letargo, luego de declaraciones del Presidente electo el 4 de enero en un evento patrocinado por la Asociación de Promotores Privados de la Construcción del Uruguay (Appcu).

Nos consta que Lacalle Pou se ha imbuido de la problemática del sector, tiene plena consciencia de lo que significa una industria de la construcción dinámica y es por ello que actúa en consecuencia.

Es buena cosa como el electo presidente apela en sus discursos a que se le interpele, a que se le azuce, insta a que exista un seguimiento en su accionar del gobierno que presidirá .

Así manifestó que es saludable ser una gremial de lobby (como Appcu) y “respirarle en la nuca” al gobierno. Recordar las promesas de campaña para que las mismas se cumplan. Un lobby que debe ser tesonero pero respetuoso, incisivo pero tolerante.

Cuando se realizan reivindicaciones ante el gobierno, cualquier dependencia, la peor respuesta es la NO respuesta, esto es, la indiferencia al planteo realizado. Uno queda inerte y el statu quo que se pretendió revertir, queda inamovible.

Lacalle Pou se refirió a los casi 200 mil ciudadanos que aún viven en asentamientos, verdadero cachetazo a la dignidad humana.

En más de un lustro de bonanza inédito, nos debemos interpelar cómo persiste esta situación que no solamente es precaria en cuanto a la vivienda, sino que tiene además otras consecuencias, como la mala alimentación, la magra salud, el hacinamiento que erosiona la calidad de vida significativamente.

Yendo a las promesas de campaña, no dudó el Presidente electo en decir en alta voz lo que ya había manifestado en reuniones en privado y otros mitines. Nos referimos a la otrora ley de vivienda de interés social, hoy llamada promovida, impulsada en su momento por Appcu en el año 2010 con el beneplácito de Carlos Mendive, Presidente de la Agencia Nacional de Vivienda de la época.

El propósito (para los que ignoran el tema), fue alejar a los promotores de donde era su medio natural para construir, esto es la rambla y adyacencias. Y para que ello fuera posible, hacía falta un acicate, porque sino los números no cerraban.

Una acertada exención impositiva puso en carrera a decenas de promotores que comenzaron a construir en barrios céntricos de Montevideo, populosos y con todos los servicios pero donde hacía décadas no se construía: así, Centro, Cordón, Parque Rodó, La Blanqueada, Reducto, Aguada, Palermo y podríamos seguir enumerando. A la fecha, desde finales del 2011 se han construido casi 18.000 unidades pero hay varias miles en construcción.

Sucede que en 2014 y en 2017 sendos decretos del Poder Ejecutivo pusieron un tope a los precios (la mano del burócrata como supimos llamarlo) y eso desincentivó a los promotores que constriñeron la presentación de proyectos. Los números ya no eran alentadores.

Lacalle Pou eliminará por decreto el 2 de marzo (como nos lo expresara el futuro Prosecretario Dr. Rodrigo Ferrés) los decretos y resoluciones atinentes al tema, para que no existan topes ni para Montevideo ni para el interior y nos consta que los promotores están en las gateras prestos a volver por sus fueros y seguir cambiando la fisonomía de la ciudad.

También se retomará una buena idea del gobierno actual, referida a megaproyectos que suponen inversiones importantes de dinero, a cambio también de exenciones impositivas. Ya caducó la normativa vigente pero el gobierno electo retomará esta virtuosa senda. Es de esperar que el monto de inversión para Montevideo disminuya porque hoy anda en 11 millones de dólares, cantidad no usual para proyectos capitalinos.

Y finalmente Lacalle Pou apuesta a traer extranjeros al país.

Simplemente flexibilizar los requerimientos para la residencia fiscal. En ningún momento mencionó ser más laxo con el lavado de activos ni menospreció su normativa, como quisieron hacerlo aparecer. Eso no quita que algún cambio pueda promoverse e incluso flexibilizar normas del Banco Central para que el crédito al extranjero pueda ser mucho más accesible.

Ahora bien, de nada sirven las facilidades para seguir construyendo, si no logramos atraer no solamente compatriotas para que inviertan sino también extranjeros seducidos por apostar su dinero en una plaza segura, confiable y que goza de buenas expectativas en el mundo globalizado. Es buena cosa “motivar” a los parroquianos, con buenos precios, acorde a servicios excelentes rodeados de un marco de seguridad ciudadana imprescindible.

Vaya que hay que atraer extranjeros y seducir compatriotas. Sigue siendo muy buena inversión jugarse a los ladrillos, que no solamente dan una renta bien digna si se arrienda, sino que con el tiempo, van subiendo su cotización.

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