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Éxodo lacerante

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Anibal Durán
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El título ilustra lo que refleja la realidad de nuestro país. El título ilustra un sinsabor que me persigue sin mengua y me tiene muy preocupado.

¿A qué me refiero? Al "éxodo del pueblo oriental…", parafraseando aquella gesta de nuestro gran General.

Y este no será aquel éxodo… pero es el éxodo de cientos de muchachos que se marchan del país, con pasaje de ida y sin pasaje de vuelta. No me refiero a los "intercambios", que suscribo que se hagan y los aliento. Allí normalmente hay retorno. No me refiero a quienes se van a perfeccionarse al exterior, realizan un máster, un MBA, algún curso específico vinculado a su profesión u oficio y luego retornan, para aplicar dichos conocimientos en nuestro país.

Me refiero a los que se van porque no encuentran aquí el menor atisbo de un porvenir que les satisfaga. No soportan la mediocridad en la cual estamos insertos. No toleran este subdesarrollo mental que nos abruma y que nos tiene encorsetados, forjando un statu quo incambiado. No soportan la manida frase "la vamos tirando", síntoma elocuente de la resignación y el estancamiento.

Seguramente estén indignados con el segmento político que no cambia este estado de cosas, por más que muchos quieren hacerlo. No toleran este gasto público desorbitante, con esta educación que no tiene norte y cuando algún idóneo quiere aportar algo constructivo, ya los sindicatos se les tiran con las dos piernas.

Disienten con este sindicalismo ramplón, que con sus anteojeras le dan palo sin solución de continuidad al empresariado, único que puede generar empleo genuino en el país, además de la inversión consecuente. Sindicalismo que exhorta a la lucha de clases, resabio oprobioso.

Pero peor aún: me consta, los progenitores de esa muchachada los instan a que se marchen, donde los afectos pasan a lugar secundario y la familia se dispersa. Decía tiempo atrás el Instituto Pasteur que se marchan científicos, porque aquí no hay cabida para la investigación, que seguramente ocupa un lugar secundario en la mente del gobierno y del espectro político. Israel inserta en un mundo de violencia permanente, crea patentes con éxito, exporta científicos que luego vuelven a su lugar de origen y desparraman su virtuosismo y cabeza desarrollada en dicho país.

Va de suyo y volviendo a nuestro país, que quienes se van son los muchachos que tienen preparación, algún título: es decir, gente preparada para los desafíos a los cuales se tendrán que enfrentar.

No aceptan la inercia que nos acecha ni la corrupción rampante (ni el fútbol se salva), que hace gastar los dineros públicos sin miramientos y concomitantemente suben la carga impositiva para tapar agujeros producto del desatino y la irresponsabilidad.

Acá tendrá que venir un tsunami… pero de esos que hagan estragos en la mente de la gente y cambie el sentido de la vida. No sé si es un tema de liderazgo o de un equipo que enfrente esta marea corroída. Pero a veces, como bien se dice, hay que tocar fondo para comenzar el repunte. No es posible que esperemos más; es suicida seguir en este estado de cosas.

Ya la frase es eslogan y el eslogan se viraliza "aquí no pasa nada". Y efectivamente, es así.

Vaya que bienvenido "los Talvi" al ruedo político. Erudito, talentoso, conocedor de lo que pasa en el mundo y en su país con sus "Encuentros Ciudadanos" y sustancialmente, buena persona.

Y no es de mi partido político, anécdota menor. Talvi con generosidad y desprendimiento, se pone al servicio de la patria. Deja su consultora afamada Ceres y sale al ruedo, en busca de aportar. Ya lo tildan de motes ridículos y prejuiciosos: fue al British y vive en Carrasco. Mácula insalvable para este país arcaico y lleno de pruritos. Y así los opositores le dirán a los estratos sociales más bajos: Talvi no interpreta la pobreza ni la carencia de recursos. Pamplinas. Está planteando una idea revolucionaria con sus 136 liceos para sacar a los chicos de la calle, para lograr se inserten en el mundo del estudio, para involucrar a sus familias, para comenzar a generar un círculo virtuoso. Ya hay varios ejemplos en la cuenca del Casavalle que así lo están experimentando y Talvi es protagonista en esa hermosa gesta. Lejos de ser un teórico.

Mi único disenso con él refiere a la reforma constitucional que propicia el senador Larrañaga: porque bienvenidos los liceos que sugiere Talvi… pero en el ínterin ¿qué hacemos? Nos siguen matando, robando, pese a la tecnificación de la policía y a que la proporción de policía por ciudadano es de la más alta del mundo y cuál es el colofón: vivimos en la inseguridad más absoluta como nunca nos ha pasado. ¿Y entonces nos vamos a oponer a una Guardia Nacional que refuerce la Guardia Republicana y la policía, en busca de amparar lo más sagrado que tiene un individuo: que es su vida, su paz, en definitiva su libertad? Una sociedad con miedo no es libre.

En fin; o pegamos el volantazo o sucumbimos en la cuneta…

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