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Examen de admisión

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Aníbal durán
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Abordaré un tema en donde he sido recurrente desde esta página. Pero si uno lo ve desde una perspectiva donde impere el sentido común, no debería ser impensable.

Me refiero a la política y quienes en ella participan activamente, desde quien puede acceder a la Presidencia de la República y hacia abajo.

Viene a cuento la introducción, porque me informo de lo que pasa en Argentina, me he vinculado con periodistas y una novedad de estos días es que para el 2023 no se descarta la posibilidad de que Máximo Kirchner (el primogénito de la “señora”), pueda ser postulado a la Presidencia por el Frente de Todos. Se han perdido las referencias. Este señor, para mencionar de las últimas anécdotas, que fue gran impulsor de que el laboratorio Pfizer no le vendiera vacunas a Argentina (lo escuché) y que ahora acepta a regañadientes que Moderna les haya regalado más de un millón de vacunas (…claro, provienen del imperio), que carece de cualquier tipo de formación, que como dicen periodistas argentinos, está impregnado de odio hacia todo lo que no sea K…, suena como candidato.

Y me vienen a la memoria, Maduro, Trump, Bolsonaro, Alberto Fernández, Mujica, Ortega, el líder de Corea del Norte, en fin…, jugamos con fuego. Cualquier ciudadano que sea empático y carismático, puede acceder a la primera magistratura de un país, sin mínima formación (no apunto a que deba ser profesional), sin estar realmente consustanciado con todo lo que significa gobernar un país y además muchas veces se creen omnipotentes y no se rodean en forma idónea. Estiman por añadidura, que se pueden perpetuar en el gobierno. Chávez, Maduro, Ortega… (el “autoimpuesto” líder coreano estará a perpetuidad).

Fíjense que Bolsonaro para las próximas elecciones está perdiendo, según encuestas, por paliza con Lula. Y al PT (partido de Lula) el pueblo brasileño le dio la espalda en los últimos comicios por hechos de corrupción del expresidente y su entorno (muchos siguen presos) y por la rampante inseguridad que existía en Brasil. No aclarados aún todos los episodios de Lula, ya tiene una intención de voto de casi el 50%. ¿Cómo se explica? Basta ver actuar a Bolsonaro… y su dogmatismo a ultranza, su poco “boliche” en el manejo de la cosa pública (pese a que la economía estaría tendiendo a mejorar) sin perjuicio de que se le imputan hechos de corrupción.

Supe escribirlo: la política se confunde con el interés general; un hombre público pertenece a la sociedad, actuar con dignidad en el ejercicio de la función pública iría de suyo. El hombre político no ejerce una profesión, cumple un mandato para el cual debe de estar preparado. El hombre público siempre está obligado a rendir cuentas y tiene a la ciudadanía por clientela.

Los políticos que no están animados por el sentimiento del interés público y buscan en la política un refugio y hacen de ella un oficio cuando debería de ser un esencial deber, tienen que ser radiados.

No perdamos de vista que la política es una carrera abierta (de allí el título de la prosa), a diferencia de las profesiones y oficios que exigen años de estudio, un diploma, sucesión de esfuerzos. Por ello hay que honrarla y no explotarla. ¿Imagínense a Máximo K gobernando Argentina, con todo ese entramado de corrupción en su derredor, con su resquemor a la derecha (aunque su inclinación a la izquierda es pura retórica), que jamás buscará componer ningún vínculo, gobernando el país hermano?

A la política hay que dignificarla y no valerse de ella para hacer de la injuria y la bravuconada, una impronta permanente. Y de allí que también hago énfasis que los políticos se deben un trato vibrante pero deferente, corajudo pero honesto, reivindicando con énfasis sus postulados pero con la dignidad del hombre que tiene sano el corazón.

Lamentablemente estamos en un momento de decadencia moral, los buenos valores languidecen, existe un relajamiento de los controles éticos y del valor de la conciencia de la propia dignidad.

Lo del examen de admisión luce utópico y es una simple expresión de deseos. Yo digo que el mismo se compadecería con lo que significa la responsabilidad que adquiere un ciudadano que debe gobernar para un país y de que de su capacidad para ejercer dicha tarea, se verá la suerte de aquel.

Por eso cada vez que un político de raza y formado, aparentemente erudito para el metier, no colma las expectativas, ni de cerca, da paso a que se presente cualquier ciudadano/a que tal vez con un discurso encendido, facilidad de palabra y enfatizando en conceptos que gustan de ser escuchados, pueda acceder a la primera magistratura. Aunque no esté preparado para el cargo.

La ciudadanía no debería banalizar el tema; “los cantos de sirena” no pueden tener cabida.

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