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El ego en el ropero

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ANÍBAL DURÁN
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Intitulamos una columna así, años atrás. Hoy Lo hacemos nuevamente, pero con contenido diferente; las circunstancias dan mérito a ello y nos llevan a la reflexión.

Que mala pasada nos juega el ego cuando creemos que somos los dueños de la verdad. Esa sensación de orgullo, la necesidad de sobresalir, el aparente fortalecimiento del saber en virtud del “más” y la mengua en virtud del “menos”, no es algo bueno ni malo: es el ego.

El pasado 1° de marzo en lo que debió ser un acto republicano previsto en la Constitución, en el costosísimo y cuestionado Antel Arena, el Presidente de la República lució en su pecho la “tricolor del Frente Amplio” y no la “celeste de todos”.

Con verdades a medias, arengó a la claque. Ha perdido objetividad e ingresa a la cancha defendiendo un solo partido. Dicha actitud denota cierta altanería y menosprecio por los adversarios políticos que como él, también quieren gobernar para que la gente viva mejor.

Sentir que tenemos la razón mientras que los demás están equivocados, es uno de los principales patrones egotistas de la mente. Aplicar rótulos mentales negativos a los otros, suele ser un componente fundamental del ego. Y aquí el sayo es repartido, cabe decirlo. Utilizar adjetivos ultrajantes es la forma más cruda de esos rótulos y de la necesidad del ego de tener la razón y triunfar sobre los demás.

Un dato elocuente: el Presidente no ha recibido una sola vez en este período de gobierno al senador Lacalle Pou, serio candidato a ganar las elecciones. Pero infiero tampoco lo ha hecho con los demás líderes políticos. ¿Cómo gobierna un Presidente que menosprecia la opinión de los adversarios políticos? Ese es el ego; no necesita de la opinión ajena para enriquecerse o cambiar puntos de vista. Claro está y a fuer de sinceros, el Dr Vázquez Rosas desde el punto de vista de la adhesión popular, ha triunfado. Intendente y por dos veces Presidente, marcan que la gente supo preferirlo. Harina de otro costal es cómo gobernó, sustancialmente en este gobierno en retirada.

Pero al margen de eso, debería hacer un acto de contrición (actitud que no es común en el sistema político) cuando actividades esenciales de su gobierno, dejan que desear. Así la educación, la seguridad, la inserción internacional , la infraestructura y varios etcéteras. Falta sentido de autocrítica, una buena dosis de humildad.

Quien ha guardado el ego en el ropero y le puso doble cerradura, es el ex presidente Julio María Sanguinetti. Triunfador en la arena política (y hemos disentido mucho con él) cada vez que salió a la palestra -hoy con sus 83 abriles- vuelve a reeditar sus andanzas y seguramente con un enorme amor por su partido y por el país, deja transitoriamente sus conferencias, sus prosas, sus libros en ciernes y comienza a transitar el camino hacia las internas. Pero y aquí viene su gesto: sabiendo de antemano que las chances de ser Presidente en tercer instancia no lucen para nada certeras. Es decir, el entuerto electoral se dilucida entre el FA y el Partido Nacional, por lo menos con la foto de hoy. Esa situación no lo amilana y en gesto que lo enaltece, apuesta su enorme talento en pos de una causa: la democracia liberal, la república.

Otro que se guardó el ego, es Ernesto Talvi. Dejó su cómoda poltrona de jerarca de Ceres, renunció a un cargo que tenía en Washington y a sus clases en la Universidad de Columbia para salir a la arena política. Antes de lanzar su candidatura, comenzó con sus Encuentros Ciudadanos a recorrer el país y poner la educación sobre el tapete. Recorrió durante dos años, pueblos y capitales departamentales, exponiendo la dura realidad que nos aqueja en la citada materia y planteando propuestas concretas. Luego de ese periplo, se hizo eco de solicitudes (comenzando por el presidente Jorge Batlle) para que se involucrara en política y se postuló como precandidato del Partido Colorado. No será un “bicho político” como se dice en la jerga, pero talento, responsabilidad y honestidad tiene a raudales como para contagiar a algún “distraído” (hay tantos de esos bichos políticos que nos han hecho tanto daño durante tantos años…).

Colofón: el ego en el ropero; hay que actuar con autenticidad, no forjar un personaje, la absurda importancia que se le atribuye a la fama es una de las muchas manifestaciones de la locura egotista de nuestro mundo. Al estar rodeados solamente por quienes alimentan una imagen distorsionada que tienen de sí mismos, los líderes pierden capacidad para establecer relaciones genuinas.

Apelemos a la humildad; ésta evita fricciones, lubrica el intercambio entre los hombres, ajustando los engranajes de la vida de relación. No es hora de mirarse al espejo y creerse autosuficiente. El tiempo nos apremia y nuestros chicos ilustrados se siguen yendo…

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