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Combatiendo la indignidad

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Aníbal durán
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La retórica es el arte del buen decir. Y de la misma, sobra. La verborragia fluye sin solución de continuidad, las promesas están a la orden del día, todo pareciera un canto de sirenas.

Pero cuando hay que gobernar…las cosas lucen complicadas. Las expectativas creadas ya no parecen tan realizables y la incertidumbre se cuela entre las sombras.

¿Cuántos años hace que hablamos de Asentamientos Irregulares (AI) y las condiciones de vida que lleva esa gente? Ya tantos que lo hemos naturalizado.

Dice el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que de los 130 millones de personas que viven en las ciudades en América Latina y el Caribe, 3 millones residen en viviendas irreparables y otros 34 millones habitan en inmuebles que carecen de título de propiedad, agua potable, saneamiento, pisos adecuados o espacio suficiente. Cualquier parecido con la realidad de nuestros AI es pura coincidencia…

Días pasados el gobierno lanzó el programa Avanzar que pareciera dará una lucha frontal contra precisamente los AI. A la cabeza del programa está el Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial y con una dependencia específica para tratar el tema, estando al frente la Arq Florencia Arbeleche. Y además y me parece medular, con la complacencia y el trabajo de consuno de todas las Intendencias del país.

Incluso ya se han detectado determinados AI en los 19 departamentos para comenzar a abordarlos e iniciar la radical transformación que requieren. Obviamente es un comienzo y para ello se cuenta con 240 millones de dólares que se pondrán al servicio de la causa. Cerca de 15 mil hogares se verán favorecidos.

Fíjense: la vivienda por sus características representa un bien que ocupa un lugar relevante en las preocupaciones de la gente, por cuestiones obvias: constituye un bien primario de defensa contra los rigores climáticos; es un bien de intercambio social; un bien de uso y desarrollo familiar; un bien que ayuda a la salud y educación de la familia; un bien de inversión durable y transable y finalmente un aspecto esencial: un bien que transforma a su dueño o usuario, en protagonista de la economía que lo rige y que le devuelve o ratifica un aspecto que es de esencia: la dignidad.

Los hogares traducen sus logros en bienes que son más fáciles de comprar y después más lentamente van mejorando los aspectos más difíciles, como es el caso de la vivienda.

Una vivienda decorosa incide sobre la calidad de vida de la gente. De Perogrullo. Implica mucho más que el hecho de la vivienda en si misma, tiene ramificaciones por doquier que muchas veces nos pasan desapercibidas.

El hacinamiento por ejemplo, vaya que los hay en los AI, impide que un niño pueda estudiar cómo sería de desear.

Una buena vivienda es mucho más que una edificación bien construida con suficientes habitaciones, agua potable y un piso sólido. La construcción de una vivienda comienza cuando un terreno jurídicamente en forma, ubicado dentro de los límites de la ciudad con acceso a infraestructura troncal (conexión principal para agua, saneamiento, drenaje, transporte público al alcance de la mano), se subdivide en lotes individuales, cada uno con sus propias conexiones a la infraestructura. Si el terreno original fuera de proporciones, se deberían planificar parques, centros comunitarios, escuelas y centros de salud si es posible (policlínicas), para lo cual se deberían reservar áreas y firmar acuerdos públicos-privados que garanticen su mantenimiento.

La presencia de vivienda precaria hace de la ciudad un conglomerado que combina una amplia gama de AI, que circundan bolsones de barrios residenciales formales y comercios adyacentes. El problema no es solo cosmético. La necesidad de solucionar estas carencias es tan urgente como esencial. En lo fundamental, la vivienda y el barrio influyen en la calidad de vida de las personas, en la salud y la educación de sus hijos, en su vulnerabilidad al crimen y patologías similares. La droga en los AI juega un rol determinante donde se constituyen feudos que determina que, una familia por ejemplo domina el panorama y entrega dinero mal habido a cambio de que jóvenes incursionen en esas tropelías.

Los pisos de tierra agravan el problema pues contribuyen a propagar enfermedades parasitarias. La falta de servicios de agua, electricidad y saneamiento dificultan el proceso de obtener agua potable, preparar y almacenar alimentos de manera segura y mantener una buena higiene personal, todo lo cual compromete la salud de quienes habitan en una vivienda en esas condiciones.

En fin; seamos optimistas con esta nueva movida que permitirá Avanzar en mitigar este flagelo. Ojalá esta transformación en ciernes nos rompa los ojos y ayude a sacarnos del letargo y mantenimiento del statu quo, permitiéndonos evolucionar como sociedad.

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