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Próximos pasos de Biden sobre Cuba

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ANDRÉS OPPENHEIMER
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Ochenta congresistas demócratas le han enviado una carta al presidente Joe Biden pidiéndole ser “más constructivo” hacia Cuba “volviendo rápidamente a la política de interacción y normalización de relaciones de la administración Obama-Biden”.

Francamente, eso sería lo más estúpido que podría hacer Biden.

Primero, sería un suicidio político para el Partido Demócrata de Biden en el estado de la Florida, y aumentaría las posibilidades de que los demócratas pierdan su apretada mayoría en la Cámara de Representantes en las elecciones legislativas de 2022.

Aunque muchos apoyamos en su momento la apertura de Obama hacia Cuba, incluso algunos de los principales exfuncionarios del gobierno de Obama que la impulsaron, como el exsecretario de Estado John Kerry, han admitido que la respuesta de Cuba a la normalización fue decepcionante.

Cuando le pregunté a la excongresista Debbie Mucarsel Powell sobre la carta de sus excolegas demócratas, me señaló que casi todos ellos no son de la Florida. “Muchos miembros del Congreso en Washington D.C. no comprenden el sufrimiento de la comunidad cubanoamericana”, me dijo Mucarsel Powell.

Afortunadamente, 142 demócratas en el Congreso no firmaron la carta.

Y el senador Bob Menéndez, el poderoso presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado y uno de los demócratas más influyentes en el Congreso, no está de acuerdo con el llamado a restablecer sin condiciones las relaciones con Cuba.

De hecho, desde la normalización de relaciones de Obama, la dictadura cubana endureció su represión política, congeló las reformas económicas, y mantuvo sus agentes de inteligencia y represión política en Venezuela.

Tan recientemente como el 10 de febrero, el régimen cubano anunció nuevas reglas que prohíben las actividades privadas en 124 ocupaciones, incluyendo las de banqueros, abogados, ingenieros, arquitectos, agricultores, periodistas, vendedores de automóviles y personal de zoológicos.

Si Biden decide relajar las reglas de viajes y remesas, debe hacerlo con fuertes condiciones. Por ejemplo, estaría bien permitir que más estadounidenses viajen a la isla, pero bajo reglas que prohíban a los turistas alojarse en hoteles manejados por los militares cubanos. Eso obligaría a los turistas estadounidenses a vivir en casas de huéspedes privadas, lo que ayudaría a crear un sector privado más fuerte en la isla.

Y estaría bien que Biden levantara las restricciones de Trump a las remesas familiares a Cuba, pero Estados Unidos debería exigir que los fondos se transfieran directamente al pueblo cubano a través de bancos internacionales, en lugar mediante empresas dirigidas por los militares cubanos.

En suma, Biden debería exigir que Cuba permita mayores libertades económicas y políticas. Y si Cuba se niega a hacerlo, como es probable que pase, Biden debería pasarle por encima a la casta gobernante de Cuba y aprobar unilateralmente leyes que ayuden al sector privado en la isla.

Creo que eso es, precisamente, lo que hará Biden. Los 80 miembros del Congreso que firmaron esa carta viven lejos de la Florida, y más lejos de Cuba. No tienen idea.

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