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¿Un freno a Trump?

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Andrés Oppenheimer
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Se acuerdan del muro fronterizo que propuso el presidente Trump? ¿El mismo que Trump dijo en un principio que sería pagado por México, y que luego pidió que financiaran los contribuyentes estadounidenses?

Bueno, podría ser una de las primeras víctimas del nuevo Congreso que surgió de las elecciones intermedias del 6 de noviembre.

La recién elegida Cámara de Representantes controlada por los demócratas probablemente no aprobará los fondos para el muro fronterizo, que la mayoría de los expertos coinciden sería un desperdicio monumental de dinero.

Además, la nueva Cámara de Representantes intentará revertir muchas de las medidas de inmigración más draconianas de Trump y buscará restablecer la ayuda externa a Centro-américa y Sudamérica, que la administración de Trump ha estado tratando de reducir drásticamente.

El congresista Eliot Engel (D-NY), quien se espera será el nuevo presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, me dijo que propondrá otorgar el Estatus de Protección Temporal (TPS) para refugiados de Venezuela, Honduras, El Salvador y Haití, a muchos de quienes el gobierno de Trump ha negado la residencia legal en Estados Unidos.

Engel agregó que también pedirá la residencia permanente para los casi 800.000 "soñadores", o hijos de padres indocumentados que fueron traídos de niños al país.

Aunque la Cámara de Representantes no podrá aprobar leyes sin el Senado controlado por los republicanos, sus controles presupuestarios le darán un gran poder de negociación.

"Es el Congreso, y no el presidente, quien tiene el poder de aprobar presupuestos. Y lo vamos a usar", me dijo Engel.

Cuando le pregunté específicamente sobre el mu-ro, Engel me dijo que "vamos a tratar de frenarlo". Añadió que "es una propuesta ridícula. Causa mucha animadversión y no logra nada".

La mayoría de los expertos están de acuerdo en que el muro fronterizo sería casi inútil, entre otras cosas porque sería muy costoso y difícil de construir a lo largo de toda la frontera de 3.000 kilómetros. Además, más del 40 por ciento de los inmigrantes indocumentados no cruzan por la frontera, sino que llegan a Estados Unidos en avión y se quedan más tiempo que el permitido en sus visas.

Además, la obsesión de Trump con la inmigración ilegal, y más recientemente con la caravana de migrantes centroamericanos, se basa en gran medida en datos falsos. Trump dijo recientemente que hay 25 millones de inmigrantes ilegales en el país, pero el número real es de 11,3 millones, y ha venido cayendo desde 2009, según datos del Centro de Investigación Pew.

La cámara baja tratará de forjar una agenda positiva con América Latina, tanto en temas de inmigración, como en comercio o el medio ambiente, me dijo Engel. "Lo que queremos hacer es construir puentes, no muros", me señaló.

Engel dijo que planea celebrar audiencias para restablecer la ayuda externa a Centroamérica, como una forma de abordar los motivos de fondo que causan la migración de centroamericanos a Estados Unidos.

Además, propondrá aumentar las sanciones individuales contra funcionarios venezolanos, y darles estatus de residencia temporal bajo el programa de TPS a más venezolanos, dijo Engel. Es absurdo que el gobierno de Trump les esté pidiendo a otros países que acepten migrantes venezolanos, y al mismo tiempo les cierre las puertas en Estados Unidos, agregó.

Mi opinión: es posible que, a medida que la nueva Cámara controlada por los demócratas use sus nuevos poderes legales para obtener las declaraciones de impuestos de Trump e investigar sus vínculos con Rusia, se produzca una parálisis total en el Congreso y no se apruebe ninguna nueva ley.

Pero los demócratas saben que Trump tratará de presentarlos como el partido obstruccionista y, si son inteligentes, buscarán impulsar una agenda constructiva y hacer acuerdos sobre temas migratorios y comerciales.

Después de dos años de demagogia xenofóbica de Trump, puede que algunos republicanos moderados respalden la idea de construir puentes en lugar de muros con Latinoamérica. Eso sería un soplo de aire fresco muy necesario en las relaciones hemisféricas, y pondría a Trump y sus ideólogos aislacionistas a la defensiva.

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