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El legado Larrañaga

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ANDRÉS OJEDA
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Pasados unos días del fallecimiento de alguien tan relevante como Jorge Larrañaga, estoy convencido de que el mejor camino para recordarlo es reflexionar sobre su legado.

Se trata de una figura política emblemática del Uruguay del siglo XXI, con una carrera enorme. Encarnó un verdadero ejemplo por su manera de enfrentar la adversidad y su resiliencia para rehacerse de los peores sinsabores una y otra vez.

En su larga trayectoria, llena de diferentes tareas, recaló en marzo de 2020 en la de ser Ministro del Interior. Se trata de una cartera clave por el rol que tiene para la vida en sociedad, sumado a la relevancia que la seguridad pública tuvo en la pasada campaña electoral por ser el tema más importante en la escala de prioridades de los uruguayos.

Recordemos que el gobierno saliente entregó la gestión en números rojos (por decir lo menos), con un promedio de más de 400 homicidios y 30.000 rapiñas por año. El desafío que asumió Larrañaga ya era enorme, esto sin saber que se le sumaría -a menos de dos semanas de asumir- ocupar un rol clave en la batalla contra una terrible pandemia que lo cambiaría todo.

Fue así que reformuló completamente la impronta del Ministerio, se paró siempre detrás de la policía en respaldo a cada funcionario. También logró recomponer una destruida relación entre el Ministerio del Interior y la Fiscalía General de la Nación, empezamos a ver conferencias de prensa conjuntas y trabajo mancomunado. Fue así que logró una baja histórica en los delitos que -a la luz de lo que veníamos transitando antes- parecía realmente imposible.

No la tuvo nada fácil, también le tocó enfrentar feroces acusaciones ancladas en un supuesto envalentonamiento de las autoridades del Ministerio para que la policía reprimiera con violencia. Esto llegó hasta el anuncio de la oposición de una interpelación que a la postre nunca se llegó a solicitar. Pero, la realidad es terca y se ocupó de desmentir -una a una- las acusaciones proferidas, pasado el cernidor, todo era para ruido.

En estos intensos 14 meses de actividad, Larrañaga se convirtió en un Ministro querido y respetado por los policías y por la gente, identificado firmemente por el respaldo al funcionario y su accionar. Haciendo las cosas a su manera, frontal, directa, vehemente, pero -ante todo- muy leal. Una persona dedicada 24/7 a la tarea, siempre a distancia de un de teléfono, de manera más que horizontal, impronta que tiene bien marcada todo su equipo de trabajo.

Si bien quizá no era la imagen que más proyectaba públicamente, fue un tipo humano, empático y conciliador, por eso el vínculo con todos quienes cumplimos alguna función para el Sindicato Policial siempre fue excelente.

Como dice la Presidenta del Sindicato Policial, Jorge Larrañaga deja la vara muy alta, pero no solo en materia de estricta gestión, sino también en cuanto al relacionamiento funcional y humano.

Comenzó muy bien el Ministro entrante Heber, marcando enfáticamente que la línea de gestión se mantiene y que las personas de confianza de Jorge Larrañaga se mantienen en lugares claves de gestión ministerial.

Más elocuente que cualquier cosa que podamos escribir sobre Jorge Larrañaga es el reconocimiento espontáneo de los funcionarios policiales a lo largo y ancho del país, lo que no es más que justo. La realidad es que se lo ganó.

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