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Hermanos unidos

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ANDRÉS OJEDA
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Estos tiempos de cimbronazos políticos llaman a la reflexión y nos llevan a pensar más allá de lo inmediato, a mediano y largo plazo.

En estos días abundan las notas pasando raya sobre lo que ha ocurrido con los ministros colorados desde el inicio del gobierno y empiezan las especulaciones sobre el eventual futuro del Partido.

Si bien, no soy -ni pretendo ser- objetivo al respecto, sencillamente porque tengo militancia colorada desde que tengo edad para votar, me nace recordar lo que pasaba en mi primera elección en el año 2004, tiempos de la peor votación histórica del Partido Colorado, ya allí abundaban los comentarios sobre la falta de liderazgos emergentes, sumados a vaticinios de extinción.

Sin embargo, tan solo meses después de la difícil elección de octubre de 2004, el Partido Colorado renacía en la elección departamental de Montevideo votando un 28% del electorado de la mano de un emergente Pedro Bordaberry. Quien luego se consolidaría como líder y en octubre de 2009 el Partido Colorado lograría un caudal de votos cercano al 17% del electorado nacional.

Luego, en la elección de 2014, bajo el mismo liderazgo, el Partido obtuvo una suma de votos del 13%, manteniendo su espacio parlamentario sólido en la oposición.

Es en el año 2017 que se produce el anuncio de que Pedro Bordaberry -quien había sido candidato en las últimas dos elecciones- no lo sería en la próxima. Eso generó un enorme estruendo en la interna colorada y en la opinión pública, las encuestas de opinión pública pasaron a ubicarnos alrededor del 5% en intención voto y volvían los vaticinios de extinción que ya habíamos escuchado en 2004.

Sin embargo, una vez más se equivocaron. Fue así que el expresidente Sanguinetti volvió al ruedo electoral y también irrumpió Ernesto Talvi como novedad. Y de ese 5% en 2017, se terminó votando una cifra mayor al 12% en 2019.

Pero este 12% tiene una enorme particularidad, terminó siendo clave para cambiarle el signo político al gobierno nacional. Luego de 15 años de ser oposición al gobierno del Frente Amplio, el Partido Colorado se convirtió en el principal socio del Partido Nacional en la coalición multicolor que hoy nos gobierna.

Tristemente, también en 2020, tuvimos que lamentar la salida de Ernesto Talvi y allí otra vez volvimos a los fatalistas vaticinios del 2004 y 2017.

La realidad es que el Partido Colorado ha resurgido fuerte de peores adversidades de las que vive hoy, y así se han probado equivocados cada uno de esos pronósticos fatales sobre el futuro de esta colectividad. No tengo ninguna duda de que el Partido Colorado llegará con liderazgos fuertes y sólidos a la próxima elección.

Ahora bien, si algo es claro es que el proyecto de la coalición multicolor necesita un Partido Colorado fuerte, lo necesita hoy y lo necesita muchísimo para poder continuar este proyecto de transformaciones más allá del año 2025. Es por eso que ante mayor adversidad, la respuesta debe ser siempre mayor unidad, del Partido y de la Coalición toda, que viene haciendo las cosas muy bien y así lo dice la ciudadanía cada vez se expresa la popularidad del Presidente y su gestión.

Son tiempos estos para tener muy presente a Martín Fierro “Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera; tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean los devoran los de afuera”.

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