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Extremos son malos

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ANDRÉS OJEDA
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La discusión sobre temas polémicos tienden a ser pendulares, solo van de un extremo a otro y cualquier posición intermedia es ignorada o colocada en el extremo más cercano. Eso es muy peligroso.

Buena parte de la discusión en la agenda en estos días tiene que ver con el actuar de la policía. Tuvimos un 2020 signado por tener la lupa sobre el accionar de la policía, en marzo -cuando asumió el nuevo gobierno- asistimos a varias denuncias de abuso policial, a modo de ejemplo podemos ver el caso del malabarista presuntamente agredido o el del funcionario municipal a quien presuntamente le habían disparado (en ambos casos se probó lo contrario). Luego vino la pandemia y el foco se puso sobre la policía y su trabajo en la dispersión de las aglomeraciones, con su punto máximo en el episodio de Plaza Seregni, el que motivó denuncias de todo tipo, pero los únicos lesionados y denunciantes terminaron siendo los propios policías actuantes.

No olvidemos que la aprobación de la LUC vino cargada de vaticinios de brutalidad policial. Al poco tiempo, también se sancionó la limitación al derecho constitucional de reunión a los efectos de evitar aglomeraciones y eso trajo al tapete otra vez augurios similares de abuso policial.

La cuestión es que el año 2020, hasta donde nosotros sabemos, terminó con absolutamente ningún policía formalizado por cometer un abuso en un procedimiento. Si bien, naturalmente, aún existen investigaciones en curso, el dato numérico es lapidario.

No podemos olvidar que los policías no cambian con el gobierno de turno, son -en su mayoría- los mismos que tenía Bonomi. Si bien es cierto que hay mayor presencia policial en la calle y directivas de no retroceder, la realidad es que ningún gobierno cambia todo en un año.

La semana pasada atendimos un furioso ataque a efectivos policiales en Rocha en el marco de un procedimiento de rutina, de control de identidad. Afortunadamente, una vecina filmó lo ocurrido, los hechos se esclarecieron fácilmente y se imputaron las responsabilidades penales que correspondían. Me pregunto qué hubiese ocurrido de no existir ese video.

Ahora bien, esto no quiere decir que podamos asegurar que jamás existirá un abuso policial, sería ridículo afirmar eso, pero sí podemos decir que hoy son raros de ver y si ocurre, sería excepcional. También es cierto que la mayor presencia policial en la calle y más aún en zonas donde se registra mayor violencia, necesariamente implica mayor número de intervenciones policiales para analizar y mayor exposición a posibles episodios en los que algún efectivo pueda cometer un abuso. Sin ir más lejos, todos vimos de forma reciente una filmación parcial de un episodio en el que se utilizaron balas de goma por parte de efectivos policiales que está siendo investigado por el Ministerio del Interior.

Pero lo más importante no es esto, lo que importa es no razonar con la camiseta, con lógica de hincha de fútbol, sino con rigor jurídico. Debemos romper con el falso prejuicio de que el policía es abusador, así como debemos sancionar al policía que se pase de la raya.

La mejor posición suele estar en los grises, lejos de los extremos de blanco y negro en los que casi todo el mundo se posiciona. Quizá en este tema podamos evitar el péndulo y recalar en un sano equilibrio, en un sensato punto medio. Ojalá así sea.

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