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Sabrina de Huawei

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ANA RIBEIRO
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Shenzhèn es una ciudad fronteriza con Hong Kong, un polo tecnológico que se ha convertido en el icono del proceso de apertura económica de China. Es una zona experimental, que abandonó el modelo de economía planificada y que permitió emprendimientos privados como el de Huawei, que nació en uno de sus edificios, como una modesta sociedad de responsabilidad limitada que contaba con un pequeño capital de veintiún mil yuanes. Hoy tiene más de 170 mil empleados en más de 170 países y es una empresa líder en el mundo de las telecomunicaciones.

Esa transformación fue posible -según indica el libro de Tian Tao, Huawei. Liderazgo, cultura y conectividad- por la combinación de dos factores: un entorno de cambio permanente y la creatividad de sus empleados, un enjambre de jóvenes programadores y creativos informáticos. Pero la causa determinante tiene nombre y apellido: Ren Zhengfei, considerado el líder espiritual de Huawei. Empresa que para el mercado internacional es una representante de China comunista, mientras que para China es una empresa privada y un síntoma del naciente capitalismo al cual están realizando la conversión en términos económicos (aunque no políticos).

Ren Zhengfei es un exingeniero militar de 74 años, sobre el cual pesa la sospecha de vínculo con el Ejército Popular de Liberación Chino y el gobierno chino, que la empresa Huawei ha negado constantemente. Ha sido clasificado como el número 83 por Forbes en la Lista de China de 2018, con un patrimonio de US$ 3.400 millones.

Huawei es una compañía con una férrea organización piramidal: en la parte superior de la pirámide están los líderes de pensamiento, encabezados por Zhengfei; debajo los estrategas de negocios e innovadores en tecnología; luego los directores que ofician como “comandantes” en el momento de desplegar gente y recursos; debajo de éstos, miles de líderes en tecnología y gerentes intermedios que se ocupan de la administración y las I+D y por último, en la base de la pirámide, hay más de cien mil gestores del conocimiento, que piensan, programan y crean. El trabajo de cada uno cuenta y se mide estrictamente: las plantas de producción de la empresa tienen carteleras bien visibles de evaluación del desempeño semanal de sus empleados en cada sección, en las que alternan mensajes filosóficos, saludos de cumpleaños y calificaciones de eficacia. Perseverancia y dedicación son las virtudes más valoradas y los premios pueden llegar a incluir acciones, por medio de las cuales los empleados se benefician del crecimiento de la compañía.

Hablan de Zhengfei con la veneración propia de una cultura jerárquica milenaria. “Los líderes sobresalientes, en momentos críticos de la historia, a menudo padecen enfermedades psicológicas”, dice el autor del citado libro, para luego señalar que Zhengfei sufrió episodios de depresión y ansiedad en el proceso de construcción y afianzamiento de la empresa. Es un lobo solitario que forma parte de la generación de empresarios nacidos entre 1940 y 1950, imbuidos del sentido de misión, con un espíritu de dedicación espartano, una apuesta a la audacia y un fuerte sentido patriótico. No en vano Huawei significa “China tiene un futuro prometedor”.

Para destacar ese sentido de misión que el exingeniero vuelca en la empresa se dice -entre las pocas cosas que se saben de este empresario misterioso- que no tiene otros pasatiempos que leer y pensar; que no tiene amigos, pese a ser un fantástico comunicador; que ha mantenido su teléfono abierto las 24 horas los 365 días de cada año y que ha recorrido el mundo entero por negocios, muchas veces de incógnito y en silenciosa observación. Que es un trabajador infatigable, que practica lo que pide a sus empleados, cuando al ingresar se les entrega un pequeño colchón, en el que pueden descansar cuando sienten que lo necesitan, pero al pie del escritorio y en jornadas del número de horas que sean necesarias para lograr el objetivo planteado.

En la empresa, todos los que están en contacto con Occidente han adoptado nombres que faciliten el relacionamiento: Sergio, Vivienne, Luis. Sabrina, también conocida como Cathy Meng, Meng Wanzhou y Sabrina Meng, se unió a Huawei en 1993. Se graduó con una maestría de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Huazhong. Ingresó como una secretaria “cuyo trabajo era simplemente atender llamadas”. Hoy es la directora de finanzas y la más probable sucesora de Ren Zhengfei, su padre.

Detenida en Canadá, se enfrenta en estos días a una posible extradición a Estados Unidos para responder por las supuestas violaciones de Huawei a las sanciones impuestas por el gigante del norte a Irán. Dado quién es y qué representan su padre y Huawei, es como si hubieran vuelto a secuestrar a Elena. ¿Arderá Troya?

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