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“Partidos” difíciles

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Intentaré dar cuenta de los partidos en que está dividida”, dijo John Hall, en referencia a la ex Banda Oriental, cuando aún no era el Uruguay, pero la corona inglesa quería saber si podría convertirse efectivamente en un país independiente. Corría el año 1825 y el Informe que Hall elevó a la corona es lo contrario del relato de unanimidad independentista que se repite en cada acto conmemorativo, tan propios de este mes de agosto.

Intentaré dar cuenta de los partidos en que está dividida”, dijo John Hall, en referencia a la ex Banda Oriental, cuando aún no era el Uruguay, pero la corona inglesa quería saber si podría convertirse efectivamente en un país independiente. Corría el año 1825 y el Informe que Hall elevó a la corona es lo contrario del relato de unanimidad independentista que se repite en cada acto conmemorativo, tan propios de este mes de agosto.

Hay cuatro partidos, dijo, y empleó la voz partido en su acepción de grupo de opinión, de acción, de procedencia social. Están por un lado los realistas, que son los antiguos españoles, la mayoría son personas mayores por lo cual es un partido que en pocos años dejará de existir. Por otro, los patriotas, quienes se muestran unidos en su oposición al gobierno brasileño, pero están extremadamente divididos en otros puntos; “su sistema favorito es la total independencia de todos los otros países, la destrucción o división de todo rango o propiedad y la introducción de la igualdad sobre la base de que todos sean igualmente pobres. Confiesan que prefieren ranchos de paja y barro a las casas de ladrillos y mezcla y a las ciudades; que les gustaría arrasar y destruir todos los signos de riqueza y civilización. Su único deseo es conseguir ganado en abundancia y libertad para matarlo y comerlo a discreción”. Tienen una subdivisión, pues los “patriotas de clase superior” creen que -en el caso de decidirse por la independencia- “ningún gobierno se podría mantener por sí solo, siendo partidarios de la unión con Buenos Aires”.

En tercer lugar están los imperialistas, partidarios del “despotismo moderado” con que Lecor gobierna el territorio oriental, partido de los oficiales de Lecor pero también de criollos y españoles dueños de enormes extensiones de campo, que creen que los portugueses lograrán incrementar el comercio, “la paz y la tranquilidad de la provincia”. Por último, están los indiferentes. Los hay de tres tipos -detalló- “los que son indiferentes hacia los que gobiernan con tal de que gobiernen bien; los que se favorecen a causa de la dominación extranjera; y los que venderían el país a cualquiera por provecho propio”.

Si un lejano descendiente de Hall volviera a visitarnos, nuevamente convocado a dar un informe preciso de cómo nos agrupamos ¿cuántos partidos diría que existen en el Uruguay de hoy? ¿Cuántos, en momentos en que del pasado reciente regresan hechos y figuras que increpan todo? Cuando Hugo Fontana, el autor de “La piel del otro. La novela de Héctor Amodio Pérez”, dice estar escuchando “un tango nostálgico de segunda mano” y confiesa añorar el momento en que la historia mítica del MLN sea revisada a fondo y -sobre todo- dejen ya de contarla. También dijo que la condición humana encierra la posibilidad de la traición, solo que unos la desarrollan más que otros.

¿Podría Hall afirmar que hay un partido de ciudadanos convertidos en espectadores de una guerra interna entre guerrilleros envejecidos que no lograron llevar a cabo la revolución que decían que llegaría, puntual y justiciera? Es probable, pero ¿podría decir que estamos discutiendo tan a fondo nuestras posturas que los partidos en que estamos divididos -y que no coinciden necesariamente con los electorales- reflexionan sobre las responsabilidades colectivas en su real complejidad?

Me inclino a creer que el hipotético Hall diría que esa independencia aún no la conquistamos.

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Ana Ribeiro

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