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Partidocracia presente

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Hace 27 años el concepto de partidocracia era expuesto por los muy jóvenes Gerardo Caetano, José Rilla y Romeo Pérez, en el Cuaderno Nº 44 del Claeh. Carlos Demasi impugnó años más tarde el alcance del término, argumentando que la continuidad de “los partidos más antiguos del mundo” tiene más fisuras de las que ese protagonismo deja entrever.

Hace 27 años el concepto de partidocracia era expuesto por los muy jóvenes Gerardo Caetano, José Rilla y Romeo Pérez, en el Cuaderno Nº 44 del Claeh. Carlos Demasi impugnó años más tarde el alcance del término, argumentando que la continuidad de “los partidos más antiguos del mundo” tiene más fisuras de las que ese protagonismo deja entrever.

Esas discusiones del mundo académico me acompañaron in mente el domingo, cuando, como todos, voté bajo lluvia intensa. La multa por sí sola no justificaba aquella romería en que gente que votó en blanco, o con resignación, hacía fila para llegar a las urnas, paraguas en mano, junto con aquellos que con orgullo, iban envueltos en sus banderas. La clave, pensé, está en ese artículo de 1987.

Las transformaciones que ha tenido desde entonces el sistema partidario demandan nuevos análisis, algunos de los cuales ya están llegando a los libros: la coexistencia de los partidos tradicionales con un movimiento que se resiste a ser nominado como partido pero que está conformado por varios. ¿Admite el término tripartidario? La transición ¿está concluida o en proceso hacia un nuevo bipartidismo? Discutir si el batllismo es heredado o no por el FA ¿es el prolegómeno del debate que aún nos debemos acerca del estatismo como modelo? Sin embargo, lo que recordé de aquel artículo fue lo que menos se menciona del concepto partidocracia, generalmente invocado para elogiar o cuestionar la centralidad de los partidos políticos en la historia uruguaya. Me refiero a la labor que hace que esos partidos sean funcionales al Estado.

Dado que la corrupción, los abusos de poder o la inoperancia son los defectos más comentados de la política, como el “que se vayan todos” tiene fuerza de enojo y la horizontalidad va en aumento en las nuevas formas de democracia ampliada que el mundo experimenta, tendemos a olvidar lo que hacen todos y cada uno de los partidos que alcanzan representación parlamentaria.

Ellos construyeron los mecanismos electorales que permitieron al multipartidismo existente en el país, alcanzar su expresión en las urnas, desde el voto secreto y universal, hasta la instrumentación de las internas. Cuando los grupos empresariales enfrentan las demandas del trabajador y el Estado arbitra, prestando un marco institucionalizado a la negociación, son los partidos quienes animan esas instituciones estatales, además de estar detrás de las leyes reguladoras de esa negociación. Los partidos procesan los conflictos sociales y elaboran los proyectos tendientes a solucionarlos, así como es desde ellos que se plantean las discusiones que forman opinión: sobre el aborto, el monopolio estatal de Ancap, el matrimonio igualitario o qué hacer respecto al pasado reciente.

Coparticipan con el Estado en la administración de la cosa pública, incluso desde el viejo y nunca derrotado clientelismo: al fin y al cabo esos canales de admisión de unos dentro de las instituciones del otro, le dieron al sistema político uruguayo esa estabilidad que se contabiliza como una de las ventajas de la democracia.

Han tenido momentos de plena hegemonía y otros en los que su capacidad de respuesta fue cuestionada o se perdió, pero no en vano el camino de restauración democrática se recorrió con y desde ellos.

Bajo la pertinaz lluvia, el domingo, fueron los reales protagonistas.

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Ana Ribeiro

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