Publicidad

Payaso payaso

Compartir esta noticia
SEGUIR
álvaro ahunchain
Introduzca el texto aquí

Hace unos días, un activista arruinó la fiesta al ministro Rossi, interrumpiendo en el acto oficial en que se anunciaba el comienzo de las obras del Ferrocarril Central para la instalación de la nueva planta de UPM.

Mi intención al comentarlo no es para nada la de destacar al manifestante que provocó ese escandalete. Discrepo con este gobierno, pero no por eso justifico que una persona sabotee un acto protocolar con prepotencia. El trámite es más propio de un barrabrava que de un ciudadano demócrata. Hace unos días, con el lamentable comentario de Mujica a favor de la represión en Venezuela, evocábamos al joven chino que enfrentó al tanque en la plaza de Tiananmen. Aquella inmensa demostración de coraje cívico fue muy diferente a esta pequeña bravuconada.

Lo interesante no es quedarse en la superficie, deplorando o celebrando que el acto haya devenido en una situación incómoda para el oficialismo. El verdadero punto a considerar es cómo deben reaccionar las autoridades ante una protesta de estas características.

El gobierno ha demostrado que no maneja un protocolo al respecto. Más bien lo contrario: en antecedentes semejantes ha reaccionado de maneras disímiles.

Cuando un grupo de colonos abordaron en plena calle a Tabaré Vázquez, el presidente los enfrentó a los gritos. Usó la técnica de bajar al mismo nivel de los reclamantes, poniendo así en entredicho la solemnidad de su investidura.

Tiempo después, un manifestante que protestaba en el acto de inauguración de una obra pública fue atacado por el mismísimo ministro Bonomi, que lo empujó con su cuerpo, y luego retirado del lugar a la fuerza.

En ambas oportunidades, el gobierno incurrió en la muy reprobable actitud posterior de divulgar antecedentes personales o empresariales de las personas implicadas, en una política de escrache que en nada se compadece con la protección de datos personales debida a todo gobierno democrático.

¿Cómo reaccionó en la protesta del otro día en el Ministerio de Transporte?

De un modo discreto pero ineficaz. Como muestran las imágenes, distintas personas se arrimaban al manifestante, intentando disuadirlo con diversas técnicas. Tal vez la más graciosa fue la del ex director del IMPO, que lo enfrentó y le repitió infinidad de veces la palabra “payaso”. Desconozco en qué medida esta persona actuaba en representación del gobierno, pero su expresión repetitiva de desprecio me pareció todo un símbolo de cierta actitud tradicional del frenteamplismo hacia quien piensa diferente. La reacción de las autoridades podía haber sido pedir al activista que se calmara y sentarse a debatir abiertamente con él sobre los pro y los contra de la instalación de la pastera (hay un par de ejemplos de este modo de operar por parte del presidente francés Macron, en un inteligente documental sobre su ascenso al poder).

El camino elegido fue tratar de empujarlo sutilmente hacia la salida o menoscabarlo. Y el video muestra claramente cómo mientras el manifestante vocifera argumentos en contra del proyecto, lo que se le susurra tímidamente es un insulto. Fue una caricatura del diálogo de sordos que es el debate político actual. Unos enumeramos las cosas que los otros hacen mal, y esos otros, en lugar de oponer argumentos, se limitan a descalificarnos.

Ojalá a partir de la próxima elección emerja un Uruguay en el que, otra vez, se expresen los disensos con respeto y se los atienda con el mismo talante por parte de los inquilinos del poder.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad