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La otra mordedura

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La dirección de Tevé Ciudad decidió cancelar el programa humorístico “Corner y gol es gol” de Leo Lagos e Ignacio Alcuri, rescindiendo en forma unilateral un contrato con vigencia hasta fines de 2014, que los productores nunca habían incumplido. La razón esgrimida por el canal fue el mal gusto de un chiste de la última emisión, no compatible con la misión de la televisión pública.

La dirección de Tevé Ciudad decidió cancelar el programa humorístico “Corner y gol es gol” de Leo Lagos e Ignacio Alcuri, rescindiendo en forma unilateral un contrato con vigencia hasta fines de 2014, que los productores nunca habían incumplido. La razón esgrimida por el canal fue el mal gusto de un chiste de la última emisión, no compatible con la misión de la televisión pública.

El argumento podría ser de recibo, si se desconociera la historia detrás de tan abrupta decisión. Trascendió que la señal municipal ya les había levantado un programa anterior, “Reporte Descomunal”, disconforme con la frecuencia con que convertían a la Intendencia de Montevideo en el objeto de sus sátiras.

La autorización del nuevo producto se había condicionado a que no contuviera humor político, lo que el canal entendió que no fue respetado por los productores, cuando estos invitaron al líder del sector “Espacio Celeste” del Frente Amplio. Con la euforia mundialista distrayendo al público y un chiste desafortunado como justificación ocasional, el canal comunal decidió levantar también este programa de la grilla.
Quien esto escribe ha manifestado en más de una oportunidad su adhesión a Tevé Ciudad, una señal que desde su fundación ha sido sensible a la difusión de la cultura uruguaya.

Fue siempre una pantalla caracterizada por el cuidado estético, desde la impronta dada por su primer director, Cacho Bagnasco, hasta los ciclos recordados por su originalidad y pertinencia cultural, de notables realizadores como José María Ciganda, Aldo Garay y Javier Hayrabedian.
Decisiones como la actual, que dejan al desnudo un vergonzante control político de los contenidos artísticos, traicionan aquel espíritu y vuelven a situar al partido hoy en el gobierno en la posición de utilizar los recursos del estado en resguardo de sus objetivos electorales.

Me pregunto si la dirección del canal adoptó el mismo criterio de protección del buen gusto cuando ciertas agrupaciones carnavaleras cantaron versos insultantes contra los líderes de la oposición (recuerdo uno muy grueso contra Larrañaga, a quien una murga invitaba explícitamente a meterse sus propuestas de gobierno en un lugar que rimaba con “reformulo”).

En el caso de “Corner y gol es gol”, ni siquiera estábamos ante productores que llevaran agua al molino de la oposición.
Quienes conocemos el trabajo de Lagos y Alcuri, así como el de Marcos Morón, sabemos que practican un humor lanzado y libre de cualquier filiación partidaria, cosa que debió molestar a las autoridades cada vez que las ironías iban dirigidas al Frente.

El hecho puede parecer un desborde de autoritarismo puntual, producto de una rabieta momentánea. Pero se carga de una inquietante significación al darse en el mismo momento en que el gobierno apura la sanción de la llamada Ley de Medios.

Justo cuando, vaya casualidad, la ley dispone un insólito reparto de propaganda gratuita que beneficia al partido de gobierno con más de la mitad del espacio publicitario de la televisión abierta en horario central. La idea parece ser ganar en todas las canchas: multiplicando presencia televisiva sin costo y deshaciéndose de los humoristas que osan parodiarlos.

El Frente Amplio termina su segundo gobierno con un gran debe en el capítulo comunicación.

Las empresas públicas y organismos estatales han hecho publicidad de autobombo como nunca antes en la historia de los años preelectorales.
Impulsan una ley que avasalla la libertad de expresión. Censuran a artistas que los satirizan. Abonan las dicotomías izquierda-derecha y ricos-pobres, que poco aportan a la recomposición de la fractura social. Echan mantos de sospecha sobre empresarios y profesionales y al mismo tiempo reivindican errores graves en el manejo de las finanzas públicas, aduciendo que “gobernar es arriesgarse”.

Los problemas de Uruguay en el mundial pueden distraer algunas cosas. Sería bueno que no impidieran conocer la actitud del gobierno frente a un derecho tan básico como el de la libertad de expresión.

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Álvaro Ahunchain

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