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Hacia una nueva Economía

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ALEJANDRO LAFLUF
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El desarrollo capitalista ha respondido, desde siempre, al desarrollo de la empresa capitalista. ¿Cuál ha sido el paradigma que ha guiado a esta en los últimos trescientos años?

La respuesta podría resumirse así: “Maximizar la utilidad y minimizar los costos”. ¿Cuáles son los problemas que ocasiona este paradigma?

El primer problema tiene que ver con el lucro. El paradigma no se interesa por la finalidad o propósito de la empresa sino por el lucro que genera. Ese afán de lucro, disociado de la finalidad, al poco tiempo, se autonomiza y deviene en especulación. El segundo problema es que el paradigma postula un crecimiento infinito en atención a las necesidades ilimitadas que pretende satisfacer. Si es posible un crecimiento infinito entonces no hay razones para interesarse por la sustentabilidad de ese crecimiento. El tercer problema consiste en que el paradigma descansa sobre una razón económica “desnaturalizada”. Esta razón se interesa exclusivamente por la economía (por la ley de la casa) pero se desinteresa por la ecología (por la razón de ser de la casa).

Me explico: el racionalismo moderno endiosó a la razón pero además la separó de la naturaleza. De ese modo la razón se des-naturalizó y la naturaleza se des-racionalizó. A partir de ahí, todo lo que formaba parte de la naturaleza podía ser destruido, saqueado o explotado. El cuarto problema tiene que ver con la fragmentación. La razón capitalista se interesa por la utilidad de la empresa. Pero como concibe esa utilidad como el resultado de esfuerzos individuales no se interesa por la interdependencia. Si el lucro, disociado de la finalidad, conduce a una ética egoísta, el desinterés por la interdependencia conduce a la concentración de la riqueza y a la desigualdad. El quinto problema se vincula con la eficiencia. La razón capitalista se interesa por la eficiencia económica pero se trata de una eficiencia disociada de la ética. ¿Por qué? Porque tanto los medios (en que se apoya) como los fines (que persigue) son exclusivamente económicos. El paradigma no deja espacio a la ética porque repara exclusivamente en la relación costo-beneficio. El sexto problema se vincula con la naturaleza de los bienes y servicios que produce el mercado. El paradigma solo admite que el mercado produzca bienes y servicios privados que satisfacen necesidades exclusivamente privadas. De ese modo desplaza enteramente “lo público” al Estado y no concibe que el mercado pueda producir bienes y servicios públicos que satisfagan necesidades colectivas. El séptimo problema refiere al corto plazo. Al interesarse exclusivamente por el lucro, el paradigma no puede pensar en términos de largo plazo. La razón capitalista no puede sino interesarse por la inmediatez de los resultados y por tanto no puede asumir ningún compromiso con el futuro (ergo, tampoco ninguna responsabilidad).

Ahora bien, no se trata de renegar del lucro. No se trata de interesarse por la sustentabilidad para bloquear, limitar o coartar el crecimiento económico. No se trata de pensar en la ecología y renegar de la economía. No se trata de apostar por la diversidad contra la unidad. No se trata de concentrarnos en lo público y desconocer lo privado. No se trata de promover la ética y olvidarnos de la eficiencia. No se trata de contemplar el largo plazo y desconsiderar el corto plazo. ¿Por qué? Porque si lo hacemos, caemos en la misma trampa maniquea y terminamos oponiendo falsamente las cosas.

La corrección de la desigualdad, el aumento de la productividad y la preservación del medio ambiente no pasan por negar el capitalismo sino por trascenderlo ¿Cómo? Integrando el sentido a la empresa, de tal modo que sus resultados no perjudiquen el medio ambiente, aumenten la productividad y trabajen esta vez a favor (y no en contra) de la igualdad. El sentido es la clave porque el sentido integra la eficiencia con la ética, lo privado con lo público, la diversidad con la unidad, el crecimiento con la sustentabilidad, la economía con la ecología y el corto plazo con el largo plazo. El sentido transforma la lógica capitalista y genera una nueva sinergia empresarial que lo cambia todo.

Me explico: el sentido no impide el lucro pero al colocar en primera línea al propósito impide que el lucro se autonomice y se convierta en especulación. Tampoco limita el crecimiento pero impide que el crecimiento se desinterese por la sustentabilidad -porque sabe que los recursos no son infinitos. El sentido integra la economía (la ley de la casa) con la ecología (la razón de ser de la casa). Reconoce la importancia de “administrar” la casa -que habitamos todos- pero a un mismo tiempo reconoce la necesidad de cuidarla. Integra la unidad con la diversidad porque entiende la interdependencia de las cosas. Si todos formamos parte del mismo tejido socioeconómico, postular la fragmentación es una futilidad. Y si todos formamos parte del mismo tejido entonces todos somos responsables. El sentido incorpora el propósito a la empresa integrando a todos en ese propósito. Es por definición inclusivo. El lucro se interesa exclusivamente por los dueños de la empresa. El sentido se interesa por todos los sujetos involucrados en la empresa: dueños, trabajadores y comunidad. El propósito no niega el lucro sino que le da un sentido y al hacerlo lo integra en un orden superior (más ético, más responsable, más inclusivo y más amigable con el medio ambiente).

Por último, el sentido altera la lógica que gobierna la relación Capital y Trabajo. Trasciende el paradigma del Amo y el Esclavo. No se trata de trabajar “menos” o de trabajar “más” (lógica cuantitativa) sino de trabajar “mejor” (lógica cualitativa). Permite trabajar mejor. Devuelve el liderazgo al empresario y el compromiso y la dignidad al trabajador, aumentando la productividad de la empresa y mejorando genuinamente los salarios y beneficios que de ella dependen. Elimina el conflicto en su base y lo sustituye por una nueva relación. Necesitamos cambiar el chip de la empresa capitalista. Necesitamos que el propósito sea el norte y el principio regulador de esa empresa. Como decía Gandhi “tenemos que convertirnos en el cambio que queremos ver”.

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