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Vuelvo sobre Trump

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Alberto Benegas Lynch
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No voy a repetir lo que he escrito sobre el actual Presidente de EEUU en este medio y en otros sobre la preocupación que el caso suscita, pero quiero referirme a otros aspectos también inquietantes. Dejo de lado aspectos de su política propiamente dicha para que nos internemos en una faceta que lo menos que podemos decir es que resulta llamativa.

Me refiero a sus modales, desafortunadamente llenos de exabruptos, zigzagueos y groserías impropias de un jefe de estado. Actitudes que ofenden a todos pero muy especialmente a quienes admiramos la tradición de esa nación donde por vez primera en la historia de la humanidad se consolidó de raíz una sociedad abierta (para usar terminología popperiana).

En su revuelta contra el despotismo de Jorge III, asimiló todo lo bueno del espíritu inglés y lanzó la extraordinaria Declaración de la Independencia y luego preparó el terreno con los Papeles Federalistas para la Constitución estadounidense, que con sus primeras enmiendas resultó —junto con las Cortes de Cádiz— ejemplo a seguir para todas las naciones libres.

Es por estos antecedentes que resulta verdaderamente triste observar el desempeño de la que es hoy la máxima autoridad de lo que ha sido el baluarte del mundo libre.

Sus comportamientos han provocado la renuncia de prominentes empresarios del Manufacturing Council Strategy, una entidad asesora de la presidencia. También varios generales y almirantes en actividad protestaron por expresiones de su Comandante en Jefe como, por ejemplo, el general Robert B. Neller y el almirante John Richardson. Asimismo, varios senadores de su propio partido revelan su alarma con severas críticas por la reiterada conducta inapropiada del Presidente.

Por razones similares tuvo que despedir a varios de sus más cercanos colaboradores, especialmente en el área de las comunicaciones. Incluso periodistas cercanos como Neil Cavuto de Fox News le han dicho públicamente que no puede permanentemente "tirar barro" contra sus propios correligionarios porque no comparten algunas de sus rabietas y que "se le está terminando el tiempo", lo cual también ha puntualizado en su momento de modo enérgico otro de los periodistas estrella de la misma emisora, Charles Kranthammer.

Solo a título de ejemplo resaltamos tres hechos de los más recientes. En la visita tardía a los puertorriqueños por sus tragedias climáticas, mientras les arrojaban rollos de papel higiénico el titular del Ejecutivo estadounidense les gritaba que debían "estar agradecidos porque solo tenían 16 muertos". A su propio Secretario de Estado, Rex Tillerson, le dijo públicamente que estaba perdiendo el tiempo en sus conversaciones con Corea del Norte y que si quería discutir sobre el asunto "hay que medir nuestros coeficientes de inteligencia y se quién ganará en ese torneo". Por último, cuando algunos jugadores de football americano se arrodillaron durante el Himno Nacional en señal de protesta por algunas actitudes policiales con personas de color, el Presidente les di-jo "son of a bitch" (no lo digo en castellano por respeto al lector, en inglés resulta más suave).

Los expresidentes de su partido Bush padre e hijo criticaron con vehemencia las declaraciones racistas de Trump con motivo de los disturbios en Charlotesville. Los candidatos a la presidencia por el Partido Republicano Mitt Romney y Ron Paul también han criticado los procedimientos de Trump en diversos medios. Por su parte, el Partido Libertario señala sus desaciertos por su "proteccionismo" y su xenofobia.

Tony Schwartz, quien acompañó a Trump en su campaña y es autor del best-seller The Art of Deal que tanto lo ayudó a ganar la presidencia, ahora dice que conociendo más a fondo la personalidad del Presidente está arrepentido de haber escrito ese libro puesto que lo considera "muy desequilibrado mentalmente".

También debe prestarse la debida atención a los editoriales y las noticias publicadas por The New York Times, el Washington Post y las reflexiones de Anderson Cooper en CNN, todas centradas en los antedichos comportamientos que independientemente de sus ideas "lo hacen indigno de ocupar la primera magistratura", tal como ha expresado Ronald Lane en ese programa televisivo al reiterar lo que escribió en Forbes.

En Los Angeles Times se consignan las reiteradas faltas a la verdad de Trump, primero expresadas vía Twitter y luego, cuando son refutadas, los voceros suelen aclarar que se trataba de un chiste. En el número de marzo pasado de la revista Times se publica un artículo titulado "¿No puede tratar con la verdad el Presidente?" donde se subrayan sus falsedades y cómo perjudica a la investidura esa tendencia.

Esperemos que esto se modifique radicalmente para bien de Estados Unidos y del mundo libre. Las instituciones estadounidenses conservan su vigor como para enderezar las cosas a tiempo. Las reservas morales en ese país son muy robustas. Algunas de las consideraciones de Donald Trump merecen tenerse en cuenta como la muy saludable reducción de impuestos que propone, pero debe dejar de lado lo antes posible la simultánea propuesta de elevar el gasto público porque, de lo contrario, la situación fiscal se agravará aún más por el peligroso nivel de endeudamiento que arrastra.

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