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Un veranillo para aprovechar

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AGUSTÍN ITURRALDE
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La peor parte de la crisis económica que trajo el covid ya pasó. Parece claro que tanto en escala global como en la local las comparaciones con grandes crisis anteriores quedaron muy grandes.

La mayoría de los países, incluyendo Uruguay, tendrán para finales de este año un nivel de actividad similar, o mayor, al de antes de la pandemia.

En Uruguay tendremos este año un crecimiento económico cercano al 3%, lo que implica un nivel de actividad en diciembre de 2019 muy similar al de diciembre de 2020. Un mundo de tasas bajas, dólar débil y buenos precios de nuestros productos de exportación sumado a una pandemia bajo control con normalización de actividades y apertura de fronteras permiten vislumbrar mejoras para los próximos seis meses.

La marca país del Uruguay está en un excelente momento. Esto es un logro de muchos gobiernos desde la recuperación democrática, pero no caben dudas que la buena gestión de la pandemia está haciendo que muchos actores miren para Uruguay.

Se ha puesto de moda decir que cada vez más las empresas darán relevancia a la estabilidad política y social y a la institucionalidad de los países a la hora de elegir dónde hacer negocios. Un mundo con empresas que valoran eso es un mundo más amigable para Uruguay, pero que esto gane peso no significa que alcance.

Este veranillo que se abre no sabemos cuánto va a durar. Nadie sabe cuándo, pero el mundo del dinero barato, buenos precios y dólar débil en algún momento se terminará. Si bien es un escenario razonablemente sólido, no podemos esperar 10 años de bonanza como entre 2003 y 2012. ¿Podremos aprovechar esta vez las condiciones favorables para hacer reformas para tener un país más competitivo?

Las reformas que son necesarias son varias, algunas de ellas tomarán décadas como la reforma educativa.

Sin embargo, hay otras que pueden generar cambios significativos en el potencial económico del Uruguay en el mediano plazo, mencionaremos tres.

La inserción internacional del Uruguay sin dudas es una de estas, no hay ninguna chance de dar un salto significativo en nuestro nivel de desarrollo sin integrarnos mucho más al mundo. Este tema ya está en el centro de la agenda del gobierno, ojalá podamos ver logros en el corto y mediano plazo.

Pero hay otros que aún no son parte de la agenda. El nivel de precios de nuestro país es muy alto, Uruguay tiene un PBI per cápita y salarios nominales que son significativamente erosionados por el nivel de precios de bienes no transables y también de algunos transables. Generar más y mejor competencia en muchos mercados es una tarea micro bien aburrida que hay que encarar, nos jugamos mucho en ello.

Por último mencionar la importancia de una mejor regulación laboral. El mundo del trabajo cambió mucho desde el modelo fabril de inicios de siglo. En privado es muy fácil encontrar acuerdos sobre la necesidad de eliminar algunas rigideces, pero en público es muy poco lo que se discute. Estamos ante un elefante en la sala.

Es probable que ya hayamos entrado en un período de crecimiento económico acompañado por buenas condiciones internacionales que no sabemos cuánto durarán. Es menester aprovechar el veranillo para poner en marcha reformas pendientes.

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