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Técnicos vs políticos

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AGUSTÍN ITURRALDE
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El equilibrio entre técnicos y políticos en una discusión muy vieja que en nuestro país ha sido muy bien abordada por Adolfo Garcé. Su conclusión general es que Uruguay tiene un desequilibrio en favor de los políticos y falta más conocimiento especializado a la hora de elaborar políticas públicas.

En ese sentido el rol que el GACH ha tomado durante la pandemia es una excelente novedad. La política dio un lugar de privilegio al conocimiento especializado, lo visibilizó aumentando así la confianza de la población en la gestión. Parecería que el GACH nos salva de la grieta, (casi) todos tenemos una visión favorable de su rol.

Sin embargo hay una idea tentadora pero muy equivocada que está sobrevolando hace algunas semanas la discusión. Se trata de expandir más la esfera de influencia del GACH de modo que los gobernantes sean básicamente quienes formalicen e instrumenten lo que éste decida. Según algunos pocos oficialistas y opositores dicen, o más bien dejan entrever, son los científicos quienes deben estar a cargo de la gestión.

Suena interesante, pero se trata de un profundo error. Creo que lo que más atrae de esta idea es la posibilidad de laudar discusiones. Si algo es una decisión científica “no hay mucho para cuestionar”. Se trata de la versión pandemia de la tecnocracia, la idea de que nos gobiernen los técnicos y que los políticos no molesten. Una de las formas más comunes de la antipolítica que pretende sacar cosas de la esfera de lo “discutible”.

Por suerte, la gestión no está a cargo de técnicos sino de personas que tienen legitimidad democrática. Esto tiene varios problemas, se me ocurren rápidamente tres. Primero, quien decide sustancialmente las cosas debe ser quien se juega la ropa con lo que pase. El gobierno es responsable ante la ciudadanía de lo que suceda, para bien y para mal. Nassim Taleb desarrolla en su último libro las ventajas de que las decisiones sean tomadas por quien tiene skin in the game.

Segundo, los especialistas lo son en un campo. Por muy interdisciplinario que sea un grupo, difícilmente incorpore toda la complejidad de la sociedad. A diario vemos como especialistas de distintas áreas discrepan sobre el abordaje de la pandemia, probablemente el principal motivo es que están priorizando cada uno. Son los políticos los especialistas en articular esta complejidad

Tercero, y más obvio, son los gobernantes los que tienen la representatividad. En una democracia razonablemente sana como la uruguaya las personas si se sienten razonablemente representadas por el gobierno.

Claro que esto lo entienden muy bien casi todos los protagonistas, el Presidente el primero que lo ha dejado claro en varias oportunidades. Pero también quienes lideran el GACH que en ningún momento han intentado cruzar esa línea. Creo que, aprovechando la popularidad del GACH, algunos ven un atajo interesante para presentarle a la ciudadanía en el cuál las decisiones puramente científicas nos darían mayor seguridad y menos molestias.

El GACH es un excelente ejemplo de incorporación del saber especializado en las políticas públicas en un país dónde esto es un debe. Ojalá podamos tener muchos más GACHs en la administración de nuestras empresas públicas, nuestra educación y nuestras intendencias. Sin embargo esto en ningún caso nos ahorrará la discusión política.

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