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La reforma posible

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JUAN MARTÍN POSADAS

Hace cinco o seis días se conoció la noticia de una visita del Senador Larrañaga al Presidente de la República para tratar temas de educación y, fundamentalmente, para urgirle mayor diligencia en el tratamiento de esa área. Como todo el mundo sabe la situación de la enseñanza es desastrosa y el tiempo pasa sin que mejore nada.

La propuesta presentada, además de alguna idea complementaria, versó fundamentalmente sobre la reactivación de la comisión interpartidaria que, a esos efectos, fue convocada y actuó al principio de este período de gobierno. En esa comisión se llegó a acuerdos que luego no se cumplieron ni se llevaron a la práctica. La visita de estos días y el tono en que ella fue comunicada a la prensa revelan una gran preocupación por el asunto de parte del Senador Larrañaga y sus acompañantes, a la vez que un talante constructivo, respetuoso y cortés; resuma buena intención pero me temo que será ineficaz.

Yo creo que el Presidente Mujica tiene una noción adecuada de las dimensiones del desastre acumulado en la enseñanza oficial (a todos los niveles). Creo que es igualmente conciente de la injusticia social que esto genera, así como de la hipoteca del futuro nacional que implica. Pero el Presidente perdió toda posibilidad de hacer algo por eso que lo inquieta cuando nombró a las personas que nombró para dirigir la enseñanza. Las personas que él nombró o las que tuvo que aceptar por compromisos partidarios del Frente Amplio (como la Subsecretaria de Educación, María Simon y unos cuantos más) no sólo no comparten sus ideas sobre la enseñanza y, por ende, no le van a servir en nada para mejorarla, sino que se cuentan entre las causas del desastre, están en el origen (intelectual y político) de la catástrofe y son quienes la alimentan y la mantienen.

Lo que efectivamente podría servir para echar a andar una reforma que atajase la extensión de los daños y abrigase una promesa creíble es la derogación de la actual ley de enseñanza y la sustitución de todos los jerarcas. Eso es lo que tiene que pedir el Partido Nacional (con tono respetuoso y cortés). Lo demás son palabras, versos.

Al punto a que han llegado las cosas la reforma de la enseñanza no es factible sin esos requisitos previos. Atiéndase a lo que, hoy por hoy, constituyen los únicos pasos concretos y definidos (no comisiones y discursos) para reformar y cambiar: lo que está haciendo la Dra. Bianchi en el Bauzá, por fuera y en contra de los preceptos oficiales y de los modelos en boga, sin más apoyo que su convicción. Es imposible esperar una reforma si ella tiene que pasar por las manos de quienes no quieren reformar nada porque son los dueños del statu quo. ¿Para qué puede servir una nueva reunión de la comisión interpartidaria? La mejor ayuda que el Partido Nacional puede aportarle al Presidente es para que se anime y se decida a patear el tablero.

La historia política registra no pocos casos en los cuales la oposición ha sido de ayuda a un Presidente para que, usada (con su consentimiento) como pretexto, éste pueda desligarse de ataduras políticas que provienen de su propio partido y de sus propias filas.

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