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El presupuesto en corto

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AGUSTÍN ITURRALDE
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Se viene escuchando de todo mientras la Cámara de diputados vota el presupuesto para los próximos 5 años. Algunas cosas son parte del juego político legítimo. Otras son un nivel de distorsión de los hechos que pasan claramente de la inevitable subjetividad a la deshonestidad intelectual.

Humildemente trataré de ordenar en cinco puntos algunas ideas sobre lo que realmente es este presupuesto.

Primero, no hay sorpresas. El objetivo central de este presupuesto es consolidar las cuentas públicas sin subir impuestos, ese objetivo fue confesado en reiteración real durante toda la campaña electoral de 2019. En la interna Lacalle Pou habló de “un shock de austeridad”; en octubre el primer capítulo del programa del Partido Nacional se llamaba “Una gestión que cuide el dinero de todos” y el primer apartado del documento de la coalición acordado para la segunda vuelta de noviembre se titulaba “Un gobierno con las cuentas en orden”.

Segundo, el mejoramiento del resultado fiscal planteado tiene dos pilares: baja del gasto (2021) y crecimiento económico (a partir de 2022). Cuesta un poco calibrar el monto de la baja del gasto prevista para el próximo año, estimamos que quedará algo por debajo de los 900 millones de dólares tan mencionados en campaña. Esa baja en 2021 está muy descentralizada, la mayoría de los organismos del Estado tienen pequeñas reducciones en términos reales.

Tercero, lo anterior no quiere decir que cambie la arquitectura general del Estado uruguayo. Para alegría de algunos, y decepción de otros, el Estado no se retira de ningún lugar significativo ni deja de realizar ninguna tarea central. Sí veremos recortes puntuales en algunos programas, rubros y gastos. Pero justamente esa fue la apuesta, pequeñas reducciones del gasto en muchos lugares. Están quedando evidenciados los límites de esta estrategia, no es imaginable una baja del gasto más significativa sin que el Estado deje de “hacer cosas”.

Cuarto, a partir de 2022 en términos generales hay un gasto público constante en términos reales. Desde ese momento será el crecimiento económico el encargado de mejorar las cuentas públicas vía mejora de ingresos y reducción del peso relativo del déficit sobre el PBI. En sumatoria con los puntos anteriores esto sin dudas es una estrategia gradual de reducción del déficit, con el objetivo de llegar al 2,5% sobre el PBI para 2024.

Quinto, una de las discusiones más interesantes planteadas es sobre el realismo y optimismo del presupuesto planteado. Desde mi punto de vista se trata de un presupuesto moderadamente optimista. La recuperación del mercado laboral planteada en 2021 parece particularmente ambiciosa. Sobre el crecimiento se trata de un escenario posible en la medida de que hagamos los deberes pendientes. Uruguay tiene que ser agresivo en la búsqueda de soluciones a la competitividad que permitan alcanzar los niveles de inversión planteados.

Por último un comentario sobre las dos acusaciones que viene recibiendo el presupuesto: sobre optimista y recorte insensible. Es curioso que las mismas personas señalen las dos. Si damos por bueno que el presupuesto peca de optimista ¿que deberíamos hacer? No creo que aumentar más el gasto sea deseable en ese caso.

Me parece bastante inconsistente realizar ambas acusaciones a la vez.

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