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Una oportunidad de pelear

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AGUSTÍN ITURRALDE
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Es incomprensible la contundencia de algunas conclusiones que se vieron estos días a raíz de la decisión de ajustar la BPC por IMS y no por IPC. Más difícil de entender aún es cómo las energías estuvieron concentradas en el impacto sobre el IRPF.

Con sinceridad creo que es un tema mucho menos relevante cuantitativa y cualitativamente de lo que algunos quisieron hacer creer.

El periodista Federico Comesaña explicó ayer en Carve que el uso de uno u otro criterio implicaba que un trabajador que gana $ 50.000 pague $ 89 pesos más o menos. Quien gane $ 100.000 pagará $ 189 pesos más si el ajuste es por IMS que si es por IPC. Esa es la magnitud de la diferencia.

Para el gobierno el cambio de la recaudación en uno y otro escenario no superará los 40 millones de dólares al año.

Las dos alternativas tienen su fundamentación válida. Ambos tienen su razonabilidad. De hecho durante las administraciones del FA el criterio no fue siempre el mismo.

La opción tomada por este gobierno, ajustar la BPC por IMS, es la que mantiene intacta la tasa efectiva que los trabajadores pagan por concepto de IRPF. Un trabajador promedio pagará la misma tasa efectiva de IRPF en 2021 que en 2020.

La alternativa, ajustar por IPC, tal como venía haciéndose desde 2012, sí tiene implicancias sobre la tasa efectiva que se paga. En años de aumento del salario real, ese criterio aumentó la tasa efectiva del IRPF. En años como este, de caída del salario real, ajustar por IPC implica reducir la carga tributaria de quienes pagan IRPF.

Digámoslo claro. Hacer el ajuste de la BPC por IPC implica bajar la tasa del IRPF que pagan el 30% de los asalariados de mayores ingresos. Esto es lo que pedían algunos en nombre de la justicia social, llamativo. Obviamente para el 70% de menores ingresos el IRPF les es indiferente.

El foco de atención de nuestras políticas públicas no puede ser los que pagan IRPF. Sí parece más razonable la atención que algunos pusieron en el menor ajuste (1,65%) que tendrían algunas prestaciones sociales recibidas por población vulnerable. En ese caso la magnitud del tema requiere medidas mucho más focalizadas y potentes. En especial en la atención a los desempleados y trabajadores informales, ellos sí son los verdaderos golpeados por esta crisis. El gobierno deberá continuar y reforzar muchas de las políticas que se vienen desarrollando.

Tres consideraciones finales. Tanto el gobierno anterior como este utilizaron el criterio razonable que maximiza la recaudación. No hay que creerle a ningún horrorizado porque, ni es grave lo sucedido ni es realmente novedoso.

Segundo, hay cierta coherencia en todo esto. El Frente Amplio pide se use el criterio que ellos aplicaban; y el gobierno está haciendo lo que ellos pedían cuando eran oposición. El cambio de circunstancias hace que todo esto sea favorable para la recaudación en cada momento.

Tercero y último. Ni siquiera me queda claro que un criterio sea filosóficamente más de estatista o liberal. Toda la pasión, exageración y conclusiones contundentes guardémosla para discutir los temas en los que realmente se nos va la vida. No es acá.

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