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El crecimiento, estúpido

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AGUSTÍN ITURRALDE
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Una vez que se empieza a pensar en el crecimiento económico es difícil pensar en otra cosa, decía el Nobel de Economía Robert E. Lucas. Esto puede parecer una demencia, a menos que se entienda realmente de qué se trata el crecimiento económico.

El crecimiento económico en los últimos dos siglos es la principal explicación del brutal aumento de la esperanza de vida y de la reducción de la pobreza. Eso es una verdad fundamental que se dice mucho menos de lo necesario y no resulta obvia para las grandes mayorías. Es una novedad disruptiva en la historia de la humanidad: es que además de incrementar notoriamente el bienestar material de las personas colaboró a hacer un mundo más pacífico.

Antes de la “invención” del crecimiento económico, los enriquecimientos de un pueblo eran muchas veces a costa del empobrecimiento de otro. La gloria del Imperio Romano, que alcanzó niveles de riqueza desconocidos hasta entonces, se sostuvo en buena medida en la guerra y el saqueo.

Hoy los países prósperos no lo son por robar o saquear a otros, sino por lograr arreglos institucionales que permiten altos niveles de productividad, donde empresas, trabajadores y también el gobierno obtienen mayores ingresos.

Mientras se da la discusión sobre el empleo y el salario no está de más recordar esta verdad fundamental. El acuerdo al que llegó el Consejo Superior Tripartito es una aceptación civilizada de la misma. Con una economía cayendo 3% o 4% son muy malas todas las opciones que están en la mesa.

Es muy valorable, y es parte del diferencial de Uruguay como país, el acuerdo puente alcanzado por el gobierno, la central sindical y las asociaciones empresariales. Sin ninguna alegría, las partes asumen las restricciones del momento y deciden no presionar el tema salarial para buscar el mantenimiento de la mayor cantidad de puestos de trabajo posible. Incluso se admite una caída leve del salario real.

El crecimiento excepcional que vivió la economía hasta 2014 fue la principal razón de que el salario y el empleo pudieran aumentar de forma simultánea del modo en que lo hicieron. Desde 2015, con una economía básicamente estancada, la realidad fue muy distinta: hubo un crecimiento leve del salario a costa de una caída significativa del empleo.

Como ha sucedido desde la Revolución Industrial en adelante, encontrarse con el crecimiento económico reducirá significativamente la conflictividad. Por el contrario, seguir con una economía estancada planteará un permanente trade-off entre salario y empleo que terminará por tensionar los arreglos sociales.

El bunker de campaña de Bill Clinton en 1992 (elección en la que obtuvo la Presidencia de los EEUU) tenía colgada la frase “La economía, estúpido”. Su estratega intentaba subrayar el peso de la economía en la campaña electoral frente al resto de los temas. En el Uruguay de los próximos años será, más específicamente, el crecimiento económico el gran determinante del bienestar.

Este acuerdo puente es una buena ayuda para atravesar la crisis. Pero será la capacidad de mejorar la competitividad de la economía y retomar la senda del crecimiento el verdadero determinante de una mejora sostenible del empleo y los salarios.

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