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Los dos Astoris

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agustín iturralde
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Danilo Astori es uno de los políticos más importantes desde la vuelta de la democracia. La noticia de su renuncia al senado, y su aparente alejamiento de la política representa un cambio trascendente en el mapa político.

Estos días se escucharon muchas reflexiones sobre la trayectoria de Astori. Me queda claro que en el mundo no frenteamplista hay dos relatos aparentemente contradictorios sobre cuál fue el rol de él en la política Uruguay: “el Astori que evitó“ y “el Astori que legitimó“. ¿Fue Astori el garante de la estabilidad y quien nos salvó de aventuras irresponsables? ¿o fue quien “edulcoró” al Frente Amplio con su respetable pose de profesor universitario pero sistemáticamente perdió las discusiones internas? Probablemente fue ambas cosas.

Astori sí fue el dique de contención ante los ingenieros sociales de izquierda. Digámoslo claro, si la economía hubiera estado en manos de, por ejemplo, Olesker nada hubiera separado del manejo económico del FA del del kirchnerismo. Por ejemplo Astori sin dudas fue un neutralizador del discurso de barricada sobre las AFAP que parte de la izquierda sigue teniendo. ¿De que hubiera sido capaz Murro sin un freno como Astori? Por suerte solo podemos especular sobre eso.

En el frente fiscal también fue la voz que entendía que los recursos son finitos y que no hay nada más inclusivo que una economía estable. Si bien en el segundo y tercer gobierno del FA el manejo fiscal no fue bueno, nadie duda que sin la influencia de Astori la cosa hubiera sido peor.

El episodio que mejor escenificó el “Astori que evitó“ fue tan solo 6 meses después de asumir el primer gobierno del FA. El Presidente Vázquez y la OPP cuestionaron el presupuesto propuesto por Astori y presionaron para aumentar recursos para la educación. Astori puso entonces su renuncia en la mesa y frenó la iniciativa que entendía irresponsable. Habla bien de él el estar dispuesto a irse tan pronto luego de una vida de actividad política.

Pero también hubo otro Astori, el que legitimó y acompañó posturas del Frente Amplio que él no compartía. Durante la década del 1990 y principios del 2000 Astori sistemática perdió discusiones internas en temas claves del país. Él sostenía una oposición más constructiva que fue derrotada en su interna. Tres casos muy relevantes fueron la reforma constitucional de 1996, la ley de fortalecimiento del sistema bancario en 2002 y la ley de Ancap de 2003. Las tres veces Astori por activa o pasiva terminó acompañando el rechazo a propuestas que, según su propio entender, eran buenas para el país. Más acá en el tiempo también tuvo derrotas y alineamientos. Es claro que Astori no comparte cómo se manejaron las empresas públicas en el gobierno de Mujixa o la postura de los gobiernos del FA sobre la dictadura venezolana.

Pero los dos Astoris son el mismo, son dos caras de la misma moneda. No hay uno sin el otro. A su favor, Danilo Astori elevó el nivel de la política, fue trascendente y honesto. Representó el sentir de un sector amplio de la clase media uruguaya que siempre busca el equilibrio y evita extremismos. El primer trabajo de un político es representar, sin eso no funciona la democracia. Hoy quedan muchas dudas quién ocupará ese espacio que queda vacío. Sin dudas, la política uruguaya será un poco peor sin Astori.

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