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Aplanar otra curva

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agustín iturralde
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Para entender el acuerdo de precios anunciado por el gobierno es fundamental entender la diferencia entre inflación y el Índice de Precios al Consumidor (IPC).

La definición más extendida de inflación es ”el aumento generalizado y sostenido de los precios de bienes y servicios durante un período de tiempo”. Desde esta idea la inflación es casi que por definición un fenómeno monetario. Es distinta a un aumento de precios puntual de un mercado determinado. El aumento de los precios debe ser generalizado y sostenido para considerarse inflación.

El IPC es el instrumento que tenemos para medir la inflación, pero no es la inflación en sí misma. El IPC puede aumentar o caer circunstancialmente por motivos no inflacionarios, pero cuesta mucho creer que tendrá aumentos significativos y sostenidos a lo largo del tiempo que no sean inflación. Con sus limitaciones, el IPC es la mejor forma que tenemos de acercarnos al fenómeno de la inflación.

El acuerdo de precios anunciado sin duda no es una medida anti inflación. Los fundamento verdaderos de la inflación se mantienen absolutamente inalterados e incluso son medidas que se alejan de un funcionamiento ideal de los mercados. Se trata de una medida que intenta “aguantar” temporalmente el aumento del IPC.

En tiempo en que los llamados son a aplanar la curva, esta medida del MEF puede ser entendida con la misma lógica. Lo que se busca es aplanar la curva del IPC en su pico esperado durante los meses de mayo y junio. Probablemente, la medición del IPC acumulado durante 12 meses volverá a aumentar en mayo y junio (pasando el 11%) para luego comenzar a ceder hacia fin de año. Hay una meta muy específica de corto plazo: que el pico no alcance el 12%. De lo contrario, se desencadenarían ajustes salariales automáticos previstos en muchos convenios laborales si el IPC pasa el 12%.

Sería malo entrar en una espiral de ese tipo: un aumento salarial excepcional en muchos sectores se trasladaría rápidamente a los precios presionando aún más el IPC. El riesgo de llegar a ese umbral está concentrado en los próximos meses por lo que este acuerdo ciertamente puede colaborar en evitarlo.

En materia del IPC hay otro objetivo más conocido por todos, evitar que al cierre del año el IPC esté por encima de 10%. El 10% fue el verdadero rango meta de todos estos años. Los gobiernos anteriores se sintieron muy cómodos con el IPC fuera del rango meta por debajo de 10%. Este desafío es más complejo que el primero. A diferencia de la ayuda que puede dar el acuerdo de precios sobre el IPC de estos meses, es probable que el mismo tenga un efecto muy bajo o nulo sobre el IPC a fin de año. Estos acuerdos suelen aguantar los precios durante su vigencia pero buena parte de los aumentos se hacen al finalizar la misma. El aporte del acuerdo a este objetivo está dado por evitar una espiral como la descrita en el párrafo anterior.

En resumen, estamos ante una solución heterodoxa que ayuda a paliar mínimamente los síntomas de un problema de larga data. La solución a la inflación va por otro lado, eso nadie lo debiera discutir. Lo mejor que podemos esperar de este acuerdo es que aplane la curva del IPC y evite se alcancen niveles que traen nerviosismo y mecanismos que pueden profundizar algunos problemas de la economía.

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