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Trump y América Latina

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Ya estamos viendo las primeras señales de que América Latina podría unirse en contra de Estados Unidos si el presidente electo Donald Trump sigue adelante con sus planes de construir un muro fronterizo, deportar a millones de indocumentados, desmantelar o renegociar acuerdos de libre comercio y revocar la normalización de Estados Unidos con Cuba.

Ya estamos viendo las primeras señales de que América Latina podría unirse en contra de Estados Unidos si el presidente electo Donald Trump sigue adelante con sus planes de construir un muro fronterizo, deportar a millones de indocumentados, desmantelar o renegociar acuerdos de libre comercio y revocar la normalización de Estados Unidos con Cuba.

La semana pasada, en un viaje a Chile, ya vi algunos indicios de que la reacción contra estos planes de Trump no vendría sólo de los demagogos antiestadounidenses que gobiernan en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Cuba, sino también de los aliados de Estados Unidos en la región. La agenda negativa de Trump para Latinoamérica tiene el riesgo de antagonizar a todo el continente.

El ex presidente chileno Ricardo Lagos, que también es uno de los principales candidatos para las elecciones del 2017, ya está pidiendo una cumbre latinoamericana para denunciar el muro fronterizo de Trump si este ultimo avanza con su proyecto de expandir dramáticamente la cerca existente.

“Si es que la propuesta de construcción del muro en la frontera entre México y Estados Unidos se concreta, propongo que lideremos una cumbre de países latinoamericanos para impedir su materialización y protestar contra él, porque nos afecta a todos”, escribió Lagos en el diario El Mercurio. “Debemos decir con fuerza y claridad que, para esos efectos, todos somos mexicanos”.

Lagos, un respetado ex mandatario que siempre ha denunciado el populismo antiestadounidense, agregó que los latinoamericanos también deberían unirse para defender los acuerdos climáticos de París de 2015, que Trump criticó durante la campaña.

Mientras tanto, los ministros de Relaciones Exteriores de Guatemala, Honduras, El Salvador y México se reunieron el 21 de noviembre para trazar una estrategia conjunta para enfrentar las posibles deportaciones masivas de un gobierno de Trump.

“Para Centroamérica, las ideas de inmigración de Trump son un problema muy serio”, me dijo el ex ministro de Relaciones Exteriores de México, Jorge Castañeda. “Quieren hablar con México, porque hay una convergencia de intereses”.

América Central sería especialmente vulnerable a las masivas deportaciones de Estados Unidos, porque depende en gran medida de las remesas familiares de sus migrantes en Estados Unidos. Además, las economías centroamericanas tendrían dificultades para absorber una afluencia masiva de deportados.

El presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, ex ciudadano estadounidense, fue categórico ante la agencia de noticias Russia Today el 11 de noviembre cuando dijo que “nos opondremos por todas las vías, incluidas las Naciones Unidas”, a la idea de Trump de construir un muro fronterizo.

Kuzcynski me había dicho en una entrevista en septiembre que la idea de Trump de construir un muro fronterizo era “desafortunada”, y que exigir encima que México pagara por ello era “escandaloso”. Cuando le pregunté si estaba preocupado por una victoria de Trump, me dijo que “sin duda es motivo de preocupación, especialmente por la idea del proteccionismo, de romper acuerdos de libre comercio que han sido buenos para todas las partes”.

Trump ha prometido retirarse o renegociar el tratado de libre comercio con México y Canadá y dice que anulará el Acuerdo de Asociación Transpacífico entre los Estados Unidos y 11 países asiáticos y latinoamericanos, incluido Perú.

Mi opinión: Todavía tengo alguna esperanza -tal vez sea sólo una ilusión- de que Trump dará marcha atrás o hará cambios puramente cosméticos en sus planes para el muro fronterizo, las deportaciones masivas y el aislamiento económico estadounidense una vez que se instale en la Casa Blanca.

Si bien cada país tiene el derecho de expulsar a quienes cometieron crímenes, la idea de Trump de expulsar a millones de trabajadores honestos que además pagan impuestos, es un populismo barato, que va a perjudicar más que ayudar a los Estados Unidos.

Si Trump continúa con su agenda negativa, estará dando munición a los demagogos de la izquierda populista latinoamericana. Y forzará a los aliados de Estados Unidos en la región a tomar urgente distancia de Washington, entre otras cosas porque no querrán ir en contra del generalizado sentimiento anti-Trump en sus propios países.

En cualquier caso, si Donald Trump quiere hacer amigos en la región, tendrá que ofrecer una agenda positiva, que todavía no hemos visto. Si todo lo que tiene que ofrecer es la construcción de un muro fronterizo, deportaciones masivas y el desmantelamiento de los acuerdos de libre comercio, es probable que gran parte de la región pase del desacuerdo cortés a la oposición diplomática. Sería malo para todas las partes.

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Andrés Oppenheimer

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