La justificada urgencia por disminuir la violencia de género (y la violencia doméstica en general) ha generado que la discusión y el esfuerzo se hayan volcado relativamente más en aspectos punitivos.
Comienza hoy en el Vaticano histórica cumbre de obispos.
La plana mayor tupamara fue responsable del desastre de Pando. Con el paso del tiempo, lejos de transformarse en una fecha de reflexión y mea culpa, los tupamaros hicieron de ese episodio un momento de orgullosa conmemoración.
La cifra de muertos por derrumbe del puente llega a 39; gobierno declaró estado de emergencia.
Desde el oficialismo se intenta entreverar el asunto arguyendo que la violencia aumenta en todo el mundo, que es una consecuencia del narcotráfico internacional o de que es un problema entre bandas de delincuentes que no afecta a la mayoría de la población.
Arrancaron de cuajo los calefones. También los armarios de la cocina. Por la puerta, literalmente partida en dos, sacaron esa pesada carga y todo tipo de objetos pequeños. Ni la caldera dejaron.
Advierten por nuevos deslizamientos o avalanchas por lluvias.
Van 73 muertos; buscan sobrevivientes entre las cenizas.
Así se explica que no haya habido ninguna reparación para las víctimas de los guerrilleros, y las reivindicaciones de justicia han sido, y siguen siendo, una injusticia que los partidos de la oposición han querido corregir en varias instancias infructuosamente.
Hablaron, recordaron, lloraron, creyeron en el perdón que les pidió el Papa y le agradecieron haberlos recibido en Santa Marta.