Unos 45.000 uruguayos son adictos a las apuestas. Mienten, roban y se disfrazan para jugar. Sin embargo, apenas 60 personas piden que no los dejen entrar a los complejos y 70 acuden a terapia en el Hospital de Clínicas. Es la enfermedad con mayor potencial suicida.
Pese a la bajísima probabilidad de acertar un pozo como el del Cinco de Oro.