El cincuentenario del mayo francés, tan recordado en estos días, no debería oscurecer lo sucedido en nuestro país en un año crucial que, a diferencia de lo que sostiene la izquierda, no fue el de la instauración de la dictadura en Uruguay.
Uno de los peores legados de esta década frenteamplista en el poder es la manipulación de la historia reciente en favor de intereses partidistas de izquierda.
El decreto del gobierno que creó el Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia acaba de consagrar oficialmente a 1968 como el año de comienzo de la dictadura en Uruguay.