En el sector de la energía, no podemos pensar en una salida sin la construcción de una nueva época que integre las acciones de privados y del Estado de forma colaborativa.
Un primer análisis empuja a pensar que reducir los dividendos es negativo para los accionistas.
Sin dudas debemos citar el temor a la recesión. Pero no es posible comprender el desplome de los mercados tan repentino como marcado, sin analizar primero unos catalizadores de índole más psicológica.
A principio de año, el gobierno saliente tomó la decisión de no ajustar las tarifas de los servicios públicos como lo venía haciendo habitualmente.
Esta fue la respuesta del equipo del presidente Donald Trump y sus aliados al coronavirus, al menos hasta el momento: en realidad es bueno para Estados Unidos.
El brote provocó nuevos temores y los mercados cayeron en picada, ya que los inversores tomaron nota y confiaron su dinero a refugios tradicionales, elevando el valor del yen, el dólar y el oro.
La desaceleración económica prolongada y la burbuja de liquidez refuerzan nuestras convicciones a largo plazo.
Ha transcurrido casi un año desde que Donald Trump declaró: “Yo soy el hombre de los aranceles”. Contrario a lo acostumbrado, estaba diciendo la verdad.
La hipótesis que se abre camino contempla una recuperación moderada de la economía mundial.
Tras haber superado el Ecuador de este 2019 y a pesar de una actualidad repleta de turbulencias en los planos político y geopolítico, sigue sin ser procedente modificar la lectura del conjunto de los mercados que propusimos al término del primer trimestre.