En política, a veces, es necesario repetir lo obvio. Como que nuestro país apenas tiene una población de 3,3 millones de habitantes, que la tasa de incremento de esa población es muy baja; que durante décadas nuestra sociedad ha sufrido una fuerte hemorragia de ciudadanos como resultado de una persistente emigración (una pérdida no solamente de personas sino también de espíritu de empresa y cultura); y que nuestro mercado interno jamás será capaz de generar la riqueza que necesitamos para asegurar el desarrollo económico y social que ambicionamos para nuestra sociedad.