El mundo quiere ser engañado, pues que lo sea (Mundus vult decipi, ergo decipiatur) dice un aforismo latino.El holandés Han Van Meegeren (1889 - 1947), a cuya biografía dedicaré apenas lo necesario para esta historia, era un buen pintor, técnicamente excelente, salvo que estaba desfasado tres siglos respecto a la historia de la pintura. En pleno auge de las vanguardias, odiaba el arte moderno y los críticos de arte. Estos lo ignoraban, cuando no ridiculizaban sus exposiciones personales a base de temas bíblicos arcaizantes. Así y todo no le faltaban compradores. En 1932 se instaló en la Riviera francesa, se dedicó a retratar a millonarios americanos y al poco tiempo disfrutaba de una hermosa Villa y vivía espléndidamente. Pero la pasión de su vida era otra. Según P. B. Coremans: "Con la feroz determinación de probar que era mejor que un pintor de tercera categoría decidió falsificar un Vermeer y dejar en ridículo a todo el mundo." Johannes Vermeer de Delft (