Cuando murió Fidel Castro lo primero que pensé fue en sus víctimas. No me refiero a los cubanos que sufrieron su dictadura en carne propia, sino a tanta gente de mi generación que creyó en aquel canto de sirenas de los guerrilleros que iban a cambiar el mundo. ¿Cuántos murieron o frustraron sus vidas para siempre tratando de imitar a Fidel y sus barbudos? Demasiados.