El 14 de julio fran- cés, fecha que es un ícono universal de la libertad, quedó malherido por el terrorismo islámico, ese fantasma que recorre el mundo y del cual nadie está a salvo. Ni siquiera nosotros uruguayos, que nos sentimos inmunes ante el problema y alejados de los sitios en donde golpean los jihadistas, estamos libres de la locura de atentados -tan impredecibles e incontenibles- como el que hoy llora la pacífica Niza.
Los refugiados de Guantánamo, otro de los legados del gobierno de José Mujica, siguen siendo motivo de preocupación. En Montevideo, uno de los ex presos de esa cárcel estadounidense organizó hace poco un desagradable show de protesta publicitado a nivel internacional.
El refugiado aseguró que "le gustaría que la gente se entere de lo que pasó en Guantánamo y que trate de hacer algo por los que quedan".