Si para el primer mandatario informar sobre la violencia puede llegar a ser terrible, obsceno y promotor de más violencia, ¿qué conducta fiscalizadora se puede esperar de sus futuros designados? ¿Qué clase de metralleta le estamos dando por ley al mono?
Nuestro país se encamina hacia el último escalón del proceso electoral: el ballotage. Este es un asunto interno que sólo a los uruguayos compete. No obstante ello, cuando el fragor de la lucha electoral se aquiete y los ánimos reencuentren el camino de la necesaria ecuanimidad, tendremos que pensar –volver a pensar- que el Uruguay vive en cierta parte del mundo, forma parte de una civilización, integra un sistema económico y tiene domicilio -aunque sea en los arrabales- en el espacio de la cultura occidental.