En una clasificación muy simple, propia de quien escribe, podemos separar básicamente, seres humanos en tres categorías: los hay buenos, los hay malos y malintencionados, y los hay cándidos y mal informados.
Las reparaciones a las víctimas de los tupamaros están todavía pendientes sin que la Institución Nacional de Derechos Humanos -hoy preocupada por los problemas de la murga “Cayó la cabra”- se digne ocuparse del tema.
Nunca hubo reparación ni reconocimiento alguno para los 66 muertos (y para sus familiares) durante la intentona revolucionaria de los tupamaros. Es hora de que se haga justicia para quienes cayeron defendiendo las instituciones o fueron víctimas inocentes de la violencia guerrillera.