Por qué Uruguay tiene una postura tan leal a Maduro? Esa es la pregunta del millón por estas horas. Sobre todo cuando se observa que entre el puñadito de países que comparten visión con Uruguay están la Turquía de Erdogan, la Siria de Assad, Irán, Rusia, Cuba...
El modelo FA está acabado. Tal vez el lector crea que la afirmación es una manifestación de deseo, más que una realidad, una bravucona- da. Nada más alejado de la realidad.
Chile demostró que se puede negociar con éxito comercialmente con grandes países, y hasta con el “imperialismo yankee”, sin por eso ceder en convicciones internacionales profundas que implican el respeto del derecho internacional.
El 15 de julio pasado Álvaro Diez de Medina publicó en este medio una nota objetando otra de mi autoría, referida al plebiscito que separó a Gran Bretaña de la Unión Europea.
Se sabe que salvo en sus inicios, a fines del siglo XIX, cuando la izquierda manifestó su apoyo al libre cambio, su práctica posterior supuso una cerrada oposición al mismo, así como una condena a ciertos usos del relacionamiento comercial entre naciones visualizadas como imperialistas.
La cerrada oposición del Pit-Cnt a la suscripción por Uruguay del Tratado del TISA, calificándolo como una organización imperialista, su defensa a ultranza de la “Patria Latinoamericana” más la posición coincidente de algunos frentistas radicales, nos obliga a reflexionar sobre la naturaleza del imperialismo, tal como es percibido por algunos sectores. No tanto sobre el fenómeno en sí mismo (cuya verdadera naturaleza y aún su existencia se discute) sino sobre la negativa pasión que en el plano internacional ciertos hechos suscitan. Con la previa aclaración que no todos los antiimperialistas pertenecen a la izquierda, en tanto alcanza con sentirse nacionalista para adherir, en mayor o menor grado, a esta concepción.
Gobiernos autoritarios y populistas, sometimiento del Poder Judicial al gobierno, violación generalizada de los derechos humanos, delincuencia desatada, leyes de medios violadoras de la libertad de prensa, represión de las minorías, promoción de la marihuana, aborto libre, respaldo al mal llamado “matrimonio” homosexual, destrucción de los aparatos productivos en manos de particulares e ineficientes gestiones asumidas en su lugar por el Estado, y muchas cosas más, se repiten al sur del Río Bravo de forma monocorde.