Resulta evidente que la crisis que atravesamos se manifiesta en múltiples aspectos, al punto que la sociabilidad, concebida como interacción entre los integrantes de una sociedad, se muestra cuestionada o reducida a un plano meramente virtual.
Como es notorio, las exigencias que la epidemia de Covid 19 imponen a la salud y la economía, no se limitan a ellas; se manifiestan en otros aspectos, como la vida política, donde su influencia resulta igualmente determinante.
Pese a que era esperable, la pandemia se cobró su primera víctima en el país.
Así estamos, junto al resto de los uruguayos aguardando sin conocer el precio, la derrota de nuestros invasores. Un desafío que la humanidad no esperaba a pesar de que durante muchas décadas, aún no totalmente concluidas, aceptó su autodestrucción.
Según se informó, hace unos pocos días en Malvín Norte un grupo de más de 70 vecinos munidos de palos y piedras la emprendió contra policías, que en procura de delincuentes actuaban en la zona.
Sin olvidar sus muchos problemas, el Uruguay vive tiempos de esperanza con fundadas expectativas de ampliar sus perspectivas. Quince años de lo mismo, de valores asumidos sin reflexión, de un discurso inflado, sin conexión con la práctica, es demasiado para un pueblo.
Como una muestra de intransigencia y dureza ideológica, la Asociación de Profesores de Enseñanza Secundaria, decretó un paro de actividades para el 12 de Marzo.
Días pasados comentábamos las estentóreas críticas que reciben los proyectos de la administración entrante, pese a que los mismos solo pretenden enfrentar con urgencia la situación que atraviesa el país.
No sin esfuerzo la coalición de los cinco consiguió coincidir en el nombre de un candidato común para las elecciones de Montevideo.
A Carolina Cosse no la favorece la suerte, particularmente en temas electorales donde impone su desmedido apetito.