El ataque creó la sensación de temor de que ninguna parte del país es inmune a la violencia potencial que ha sido desatada por el ascenso de la extrema derecha.
El ministro del Interior, el conservador Horst Seehofer, calificó al terrorismo ultraderechista como la “máxima amenaza” que enfrenta Alemania.
Un confeso racista de ultraderecha se lanzó contra las comunidades turca y kurda en Hanau. El asesino, según medios alemanes, dejó un manifiesto con pensamientos xenófobos y racistas.
El primer ataque sucedió en un "shisha bar", un local oriental de fumadores de pipa, en la ciudad de Hanau. Luego hubo un segundo tiroteo en otro local de similares características.