No es cierto que la mejor ley de prensa es la que no existe. Los medios participan del poder, tienen y otorgan poder, en el entendido básico de que el poder es relacional: reside más en las conexiones que en los enormes edificios o instituciones a las que esas conexiones llevan. Mal podrían, entonces, no estar regulados. Hay disposiciones constitucionales y jurídicas, pero hay –sobretodo- un marco regulatorio ideal, un “deber – ser” de los medios.