Mario Rodríguez es un niño como hay tantos. Vive en el interior rural, como muchos, es buen estudiante, como muchos, tiene problemas económicos, como demasiados. Su salto a la fama se dio hace unos meses cuando Unicef decidió entronizarlo como el "niño cero falta", lo cual motivó una catarata de discursos oficiales, plagados de autoelogios y florituras, que mostraban todo lo bueno del país. Esta semana, la noticia de que él y su madre habían estado internados por desnutrición, mostró mucho de lo malo que sigue pasando en Uruguay.