La reacción enfurecida de ciertas cabezas políticas y sindicales contra los cambios que impulsa el gobierno en educación pública es la mejor evidencia del nuevo tiempo que, felizmente, ya ha dado inicio.
Idiomas, hostelería y estatus; parte de la oferta de “elite”.
En qué están pensando? ¿Tienen miedo que los uruguayos descubran que no sirven para nada? ¿Qué desempeñan una tarea para la cual no están preparados? ¿Les asusta pensar que una simple prueba pueda desnudar su incompetencia?
Si uno de los mayores desafíos políticos actuales es encontrar cuáles son los instrumentos de integración social vertical que cumplan el objetivo de hacernos sentir parte de una misma nación, hay un par de pistas a tener en cuenta.
Si bien siempre fuimos el epítome del país de clase media, particularmente en comparación a la región, cada vez más uruguayos nos separamos entre educación pública y privada, entre sanatorios y hospitales. Entre los que pagan, y los que no.
Desde el tornado de 2016 se da clase en contenedores
Los profesores abrieron la puerta de uno de los salones del Liceo N° 4 de Melo para tomar examen y se encontraron con que gran parte del cielorraso del aula se había derrumbado.
Más de la mitad de los profesores dicta menos de 20 horas por semana.
La tercera no siempre es la vencida. El Consejo de Educación Secundaria (CES) tuvo que desistir del sistema de elección de horas, por tercer año consecutivo, con el objetivo de que sea cada dos años. La presión ejercida por los profesores sindicalizados llevó a que el Consejo optara por dejar todo como está.